Para el zen derrotar a un enemigo no es cancelarlo, eliminarlo o destruirlo. Ganar es neutralizar al que te quiere dañar y convertirlo en amigo
Las filosofías orientales tienen una idea del combate muy diferente a la que tenemos en occidente. Para muchas de estas escuelas de pensamiento, derrotar a un enemigo no significa cancelarlo, eliminarlo o destruirlo. Para ellos, ganar equivale a neutralizar al que quiere hacernos daño. Y, si es posible, conviértelo en un amigo.
Cómo vencer a un enemigo según el zen |
Este punto de vista puede parecer muy extraño a nuestra cultura, a diferencia de la cultura del budismo zen, por ejemplo. Lamentablemente, en general asociamos la victoria sobre nuestros detractores con un triunfo que debería hacernos felices. Domina la idea de que los resultados son más importantes que los procesos, al igual que la idea de que la alegría personal es mejor que el crecimiento conjunto.
El problema es que derrotar a un enemigo para anularlo o dañarlo es solo un triunfo temporal y muy relativo. Básicamente, alimentamos a este enemigo externo, al igual que la parte más negativa de nuestro ser. Podemos obtener una satisfacción inmediata o específica, pero al mismo tiempo habremos fortalecido todas las emociones destructivas en nosotros mismos y en los demás.
“La victoria completa ocurre cuando el ejército no lucha, cuando la ciudad no está sitiada, cuando la destrucción no continúa en el tiempo. En cada caso, el enemigo es derrotado por el uso de la estrategia”. Sun Tzu
¿Derrotar a un enemigo interno o externo?
Los enemigos pueden ser externos o internos. El Zen nos dice que los enemigos internos son mucho más peligrosos y destructivos que los enemigos externos. Los enemigos internos son la ira, el orgullo, el odio, etc. Todas estas pasiones pueden cegarnos y empujarnos a cometer auténticas locuras. Acciones que están lejos de parecerse a nosotros.
Los enemigos externos, por otro lado, tienen un poder limitado sobre nosotros a menos que los dejemos entrar demasiado en nuestras vidas. Ellos son los que ganan cuando logran activar a nuestros enemigos internos. Detrás de estos estados de ira u odio perdemos la principal herramienta de la que nos beneficiamos: nuestra inteligencia.
Por eso, los orientales nos enseñan que no es posible derrotar al enemigo externo sin antes haber conquistado al enemigo interno. Si no lo hacemos, quedamos a merced de la influencia y determinación de nuestros enemigos externos. En otras palabras, les ofrecemos un triunfo.
Cómo vencer a un enemigo según el zen |
El verdadero enemigo
La filosofía zen también nos invita a analizar quién es el verdadero enemigo. Nos dice que en realidad no es esta persona invadida por la envidia, el egoísmo o la ambición y quien quiere hacernos daño. En el fondo estamos ante la envidia, el egoísmo, la ambición o cualquier otro sentimiento destructivo. Tales sentimientos y pasiones se encuentran dentro de la otra persona, pero también pueden habitar dentro de nosotros.
Entonces, derrotar al enemigo significa derrotar estos sentimientos y emociones básicos, sin importar quién los lleve o sus intenciones. Para los budistas zen, cada uno de nosotros contribuye a crear más orden o caos en el universo, dependiendo de cómo actuemos.
El conflicto conduce al caos. Y tarde o temprano el caos acaba por afectarnos personalmente. Cada acción genera una reacción y las acciones de odio solo aumentan el odio. El zen nos invita a conquistar al enemigo y no a derrotarlo. El conflicto siempre es superfluo y nos desgasta demasiado. También provoca una mayor decadencia.
Ver también "Las 48 Leyes del Poder"
Siempre nos dan alguna lección los orientales: la violencia solo engendra violencia.
ResponderEliminarUn saludo.
La mejor forma de hacer desaparecer a un enemigo es convertirlo en aliado. Julio César lo usaba mucho... hasta que un día le salió mal al los pies de la estatua de Pompeyo.
EliminarUn saludo.
Duele más a veces la indiferencia... y si no levantas la voz... los pone peor...
ResponderEliminarQuizás pongo en marcha estos consejos sin darme cuenta.
Saludos
En el fondo me parece que eres un poco estoico, que tenían mucho en común con los budistas, aunque no se conocían.
EliminarSaludos, Manuel