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Mostrando las entradas etiquetadas como maestro

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Expectativas sobre la vida

Cuentan que cuando los jóvenes monjes ingresaban al monasterio, les preguntaban qué esperaban de aquello. Tres jóvenes, que habían coincidido en el camino, empezaron su formación el primer día con el maestro más veterano. El maestro les preguntó: - ¿Qué esperáis de la vida?. El primer joven respondió que siempre había admirado a los maestros, pues personas de todo el mundo recorrían miles de kilómetros para encontrarse con ellos y que les diesen consejo.  "Me gustaría ser un  gran maestro, famoso en regiones y comarcas", recalcó. Expectativas sobre la vida El segundo de ellos contestó que provenía de una familia muy humilde donde apenas les llegaba el sustento. " Quiero ser un gran maestro para tener dinero suficiente para ayudar a familiares, amigos y conocidos con mis riquezas", concluyó. El tercer joven comentó que había oído cómo los mejores maestros tenían poderes extraordinarios. " Me gustaría llegar a tener un gran poder"

El valor

-“Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa, que no tengo fuerzas para hacer nada. Todos me dicen que soy una calamidad, que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy bastante tonto… ¿Cómo puedo mejorar?…¿Qué puedo hacer para que me valoren más?” El maestro, sin mirarle le dijo: – “!Cuánto lo siento, pequeño saltamontes!. No puedo ayudarte, porque debo resolver primero mi propio problema. Si quisieras ayudarme tú a mí, podría resolver el tema con más rapidez y luego, tal vez te pudiera ayudar.”. – “Encantado”– titubeó el muchacho, aunque una vez más sintió que volvía a ser desvalorizado y vio sus necesidades otra vez postergadas. El valor – “Bien”, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique izquierdo y dándoselo al chico, agregó: – “Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debes vender este anillo y trata de obtener por él la mayor suma posible, pero nunca aceptes menos de una moneda de oro. Ve

El rey y el halcón

El rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que al otro no sabía lo que le sucedía: no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El rey y el halcón  El rey mandó llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. Traedme al autor de ese milagro, dijo. Enseguida le presentaron a un campesino ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso? Entre feliz e intimidado, el ho

El maestro samurai y el moscardón

El calor del verano era sofocante y el sudor corría por la frente del samurai. En el engawa del dojo unas pequeñas campanillas furin pendían de la entrada. Ni siquiera una ligera brisa les arrancaba el mas mínimo sonido. El hombre descalzó sus zoris y subió al entarimado de madera de la entrada, saludo con una reverencia al primogénito del maestro de kenjutsu a cuya lección del día pretendía asistir. La fama de este maestro samurai era conocida en varias provincias aunque se decía que la edad y la enfermedad estaban minando lentamente la salud del anciano. Pronto su hijo heredaría la escuela y enseñaría en su lugar. El maestro samurai y el moscardón El samurai, afiliado a un clan y experto también en el manejo de la katana y en las técnicas de combate de su propio ryu, tenia permiso expreso de su señor para recorrer el país como lo hacían otros muchos samurais y ronin en estos tiempos de relativa paz después que los Tokugawa asumieran la dirección del país. Los a

Sabiduría sobre dos hombres y una chimenea

-Maestro - preguntó un hombre - quiero aprender de tu sabiduría. Me gustaría poder tomar la decisión adecuada en cada momento. ¿Qué debo hacer? ¿Por donde debo empezar? Sabiduría sobre dos hombres y una chimenea En lugar de contestar, el sabio le formuló una pregunta: - De una chimenea salen dos hombres. Uno con la cara tiznada y el otro con la cara limpia, ¿cuál de los dos irá a lavarse? - Es evidente -dijo el hombre, sin pensarlo demasiado- que se lava la cara el que la tiene sucia. - ¡En absoluto! –dijo, entonces, el sabio. ¡El que está limpio! Pues, éste, al ver al compañero sucio enfrente de él, se dice: “Ya que está sucio, yo también debo estarlo. Por lo tanto, tengo necesidad de ir a lavarme”. Mientras que el que está sucio, al ver a su compañero limpio, se dice: “Puesto que él está limpio, yo también debo estarlo. Por tanto no es necesario que vaya a lavarme”. No siempre lo evidente acerca a la actitud adecuada. Ve a casa y piensa, vas camino de la sa

La vaca de tu vida

Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera... Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir? El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. A

La casa imperfecta

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación.  Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera. La casa imperfecta El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera. Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. "Esta es tu casa, querido amigo -dijo-.

El lobo y el maestro

Zhao Jianzi, un alto funcionario, organizó una gran cacería en la montaña. Al divisar a un lobo, lanzó su carro en su persecución.          Ahora bien, el maestro Dongguo, viejo letrado conocido por su buen corazón, venía en camino para abrir una escuela en Zhongshan, y se extravió en esa misma montaña. En camino desde el alba, seguía a pie al asno cojo que cargaba su saco lleno de libros, cuando vio llegar al lobo que huía aterrorizado y que le dijo:  El lobo y el maestro           - Buen maestro, ¿no está usted siempre dispuesto para socorrer a su prójimo? Escóndame en su saco ¡y me salvará la vida! Si me saca de este mal paso, yo le quedaré eternamente agradecido.          El maestro Dongguo sacó sus libros del saco y ayudó al lobo a meterse en él. Cuando Zhao Jianzi llegó y no encontró al animal, volvió sobre sus pasos. Al notar el lobo que el cazador estaba lo suficientemente lejos, gritó a través del saco.          - ¡Buen maestro, sáqueme de aquí!       

La broma del cofre con oro

Cuentan que había una vez un bachiller que era muy aficionado a las bromas. Su profesor era extremadamente severo; a la menor falta, los alumnos recibían bastonazos. Un cofre con oro Un día, el astuto alumno fue sorprendido en falta. El maestro, hirviendo de rabia, lo mandó a llamar de inmediato, y, mientras esperaba que llegara, se sentó en la gran sala. El alumno llegó y, arrodillándose ante su maestro, le dijo, sin mencionar su falta: - Quise venir antes, pero estuve haciendo planes para hacer el mejor uso de mil onzas de oro que me cayeron del cielo. La cólera del profesor desapareció como por encanto, al oír la palabra “oro”. - ¿De dónde sacaste ese oro ? – preguntó con vivacidad. - Lo encontré escondido en la tierra – contestó el alumno. - ¿Qué piensas hacer con él? – prosiguió el maestro. - Soy de una familia pobre – contestó el alumno –; no tenemos bienes de familia, así que hemos decidido, mi mujer y yo, dedicar quinientas onzas de oro

Cómo ayudar a los demás

El maestro dijo, "Uno que practica la virtud y la abnegación no debe guardar ninguna idea particular en su mente sobre cómo debe cumplir su virtud, porque la virtud es la naturaleza misma de nuestro ser.  Cómo ayudar a los demás Uno debe estar siempre presto a ayudar a los otros de forma abnegada e incondicional, ofreciendo sus aptitudes y logros para servirles. Debemos estar dispuestos a dar las cosas que más apreciamos e inclusive ofrecer nuestras vidas para ayudar a otros. "Uno no debe restringir su servicio haciendo distinciones basadas en color, nacionalidad, familia o relaciones sociales, en percepciones sensoriales o cualquier otra condición relativa. El restringir la forma en que uno prestaría servicio a los otros para llenar preferencias personales es potencialmente dañino. "Buen príncipe, si uno se relaciona con los otros y les sirve sólo de acuerdo a sus propios designios, es como si hubiera entrado a la oscuridad y se encontrara ciego. Ayuda

La rosa y la inutilidad de las palabras

Los discípulos estaban enzarzados en una discusión sobre la sentencia de Lao Tse:  Los que saben no hablan;  los que hablan no saben . La rosa y la inutilidad de las palabras Cuando el Maestro entró donde aquellos estaban, le preguntaron cuál era el significado exacto de aquellas palabras. El Maestro les dijo: ¿Quién de vosotros conoce la fragancia de la rosa? Todos la conocían. Entonces les dijo: Expresadlo con palabras. Y todos guardaron silencio.  Fuente: http://www.elartedelaestrategia.com/de_mello.html http://www.elartedelaestrategia.com/  El Arte de la Estrategia

Reservarse siempre las últimas tretas

Reservarse siempre las últimas tretas del arte.  Siempre ha de quedar superior, y siempre maestro Es de grandes maestros, que se valen de su sutileza en el mismo enseñarla. Siempre ha de quedar superior, y siempre maestro. Hase de ir con arte en comunicar el arte; nunca se ha de agotar la fuente del enseñar, así como ni la del dar. Con eso se conserva la reputación y la dependencia. En el agradar y en el enseñar se ha de observar aquella gran lección de ir siempre cebando la admiración y adelantando la perfección. El retén en todas las materias fue gran regla de vivir, de vencer, y más en los empleos más sublimes. Fuente: Oráculo manual y Arte de Prudencia. Baltasar Gracián

Estrategias del Maestro

Mitos. El Maestro impartía su doctrina en forma de parábolas y de cuentos que sus discípulos escuchaban con verdadero deleite, aunque a veces también con frustración, porque sentían necesidad de algo más profundo. Esto le traía sin cuidado al Maestro , que a todas las objeciones respondía: Todavía tenéis que comprender, queridos, que la distancia más corta entre el hombre y la verdad es un cuento. Estrategias del Maestro Movimiento. A unos discípulos que no dejaban de insistirle en que les dijera palabras de sabiduría, el Maestro les dijo: La sabiduría no se expresa en palabras, sino que se revela en la acción. Pero cuando les vio metidos en la actividad hasta las cejas soltó una carcajada y dijo: Eso no es acción. Es movimiento. Reacción. Le preguntaron al Maestro qué criterio seguía para escoger a sus discípulos . Y el Maestro dijo: Me comporto de una manera sumisa y humilde. A los que reaccionan con arrogancia ante mi humildad los rechazo inmediatamente. Y a los que me