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Mostrando las entradas etiquetadas como gato

Lo que nunca te enseñaron: el libro de desarrollo personal que cambiará tu vida

Descubre “ Lo que nunca te enseñaron ”, el libro de desarrollo personal que te enseña inteligencia emocional, resiliencia y crecimiento personal. ¿Qué enseña este libro? Este libro que te enseña lo que la escuela olvidó contarte. ¿Alguna vez sentiste que la escuela no te preparó para la vida real? “ Lo que nunca te enseñaron ” es el libro de desarrollo personal que está transformando la manera en que miles de lectores entienden el éxito y la felicidad. Este libro se ha convertido en una guía práctica para el crecimiento personal, enseñando habilidades que no aparecen en los libros de texto: inteligencia emocional, resiliencia, gestión del tiempo y autoconfianza.  LEER UNA MUESTRA ¿Por qué este libro es imprescindible para tu crecimiento personal? En un mundo lleno de información, lo que marca la diferencia es saber aplicar el conocimiento. “ Lo que nunca te enseñaron ” ofrece estrategias claras y ejercicios prácticos para que puedas: ·     ...

El verdadero origen de la expresión "gato encerrado"

¡Desvela el misterio! Conoce el origen REAL de la expresión "hay gato encerrado". Historia increíble del Siglo de Oro y la astucia. Cuando pensamos en la palabra "gato", imaginamos enseguida a ese pequeño felino doméstico de ojos curiosos y patas suaves. Pero si retrocedemos en el tiempo, descubriríamos que, para los españoles del Siglo de Oro, "gato" significaba algo muy distinto: un bolso o talego donde se guardaba dinero.  Durante los siglos XVI y XVII, era habitual que las personas llevaran sus "gatos" bien escondidos entre sus ropas o en rincones secretos de sus casas. Estos bolsos no solo protegían el dinero, sino también la esperanza de quienes los poseían en tiempos inciertos. Sin embargo, los ladrones de la época conocían bien el valor oculto de esos "gatos". Cuando irrumpían en una vivienda, su objetivo no era otro que encontrar el codiciado bolso escondido. Esta necesidad de ocultarlo con ingenio dio origen a la expresión ...

La abuela y lo mejor para su gatito

¡Venganza Épica! Una abuela burla al súper con un plan maestro tras ser humillada. Lección brutal sobre las reglas absurdas.  Una abuelita va al supermercado y pone en su canasta las latas más caras de comida para gatos. Ya en la caja, le dice a la cajera: -Yo solo compro lo mejor para mi gatito.  La cajera le responde: -Lo siento, pero no podemos venderle comida para gato sin que compruebe que tiene un gato. Muchos ancianos compran comida para gatos y luego, por necesidad, ellos mismos se la comen. La gerencia necesita una prueba de que realmente usted tiene un gato. La anciana se va a su casa, toma a su gato, lo mete en un maletín y regresa al supermercado para comprobarlo. Le venden las latas. Al día siguiente, la misma viejita va al súper y compra 12 galletas para perro. La cajera le exige la prueba de que tiene un perro, aduciendo que muchos ancianos llegan a comerse la comida para perro. Frustrada, la viejita va a su casa y regresa con su perro; al fin le venden ...

El samurái que escuchaba gatos

Un samurái, feroz guerrero, pescaba apaciblemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa. Al darse cuenta, el samurái se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz. Ver Las 21 reglas de Musashi Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos. Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau. El mismo se había convertido en un maullido. Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso. No pudiendo acabar con los maullidos, fue al templo a pedir consejo a un viejo maestro Ze...

El gato y el mono

En un rincón del bosque, donde los animales se reunían a contar historias y compartir trucos, vivían un mono astuto y un GATO INGENUO. El mono, siempre en busca de la manera más fácil de obtener lo que quería, había puesto sus ojos en unas deliciosas castañas que alguien había dejado asándose en la fogata de unos leñadores.  Ver Las 20 leyes de la astucia El problema era que las castañas estaban aún sobre las brasas y, claro, el mono no tenía intención de quemarse las manos. Fue entonces cuando ideó un plan maestro. Se acercó AL GATO con una sonrisa de complicidad y le dijo: — AMIGO GATO, tú que eres tan hábil con las patas, ¿por qué no sacas esas castañas del fuego? Estoy seguro de que lo harás mejor que nadie. EL GATO, halagado y con el ego inflado, cayó en la trampa. Con gran cuidado, empezó a sacar las castañas con sus patas, sufriendo pequeñas quemaduras en el proceso. Mientras tanto, el mono, con la velocidad de un rayo, se las comía una tras otra. Cuando EL GATO terminó su a...

El gato que no cazaba ratones

Un samurái tenía problemas a causa de un ratón que había decidido compartir su habitación y le quitaba la comida. Otro samurái le dijo: "Necesitas un gato, te voy a dar un bello ejemplar". Era un gato impresionante y hermoso, pero el ratón era más listo que el gato y se burlaba de él.  Ver  El samurái que escuchaba gatos El samurái, viendo que era poco astuto, lo largó y en su lugar adoptó un segundo gato, muy fuerte. El ratón, desconfiado, sólo aparecía cuando el gato se dormía. Viendo que el ratón campaba a sus anchas, un vecino le dio otro gato. Este tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento. El samurái pensó: "¡No será este el que me librará del ratón!", pero como me lo han dado lo tendré un tiempo y si no me sirve se lo devolveré. Sin embargo, el gato siempre soñoliento e indiferente pronto dejó de inspirar preocupación al ratón, que pasaba junto a él sin apenas hacerle caso. Un día que el ratón pasaba por delante, súbitamente el gato a...

La cobra y el gato (y un ratón)

Erase una vez un gato que cansado de no poder alcanzar al ratón, al ser este más rápido y más listo, decidió ir a ver a una cobra que vivía en el jardín de la casa. Con la zalamería que solo un gato puede tener comenzó a hablar con la cobra: -¿Sabes gran serpiente? Hay un ratón que presume de ser más rápido y más listo que tú –decía ronroneando. La cobra y el gato (y un ratón) -¿Y? – Contestó la serpiente con cierto interés. -Dice que cualquier día aprovechando que te haces vieja te matará y se quedará con tu territorio – dijo regocijándose el gato al haber captado el interés de la cobra –y es muy fuerte ese roedor, si tiene una oportunidad... -¿Y dónde se esconde ese ratón? – preguntó la serpiente totalmente levantada. -Junto al agujero que hay al lado del reloj de pie – contestó el gato sin poder esconder su satisfacción. Al día siguiente la cobra esperó detrás del reloj a su victima. No pasaron más de 5 segundos desde que el ratón asomas...

El samurai que escuchaba gatos

Un samurai, feroz guerrero, pescaba apacilemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa.  Al darse cuenta, el samurai se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz. El samurai que escuchaba gatos Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos. Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau. El mismo se había convertido en un maullido. Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso. No pudiendo acabar con los maullidos, fue al templo a pedir consej...

Cómo persuadir a un gato para que coma pimienta

Un Emperador chino reunió a dos de sus ministros y les hizo la siguiente pregunta: “¿Cómo conseguiríais que un gato comiese pimienta?”. La pimienta es un repelente para muchos animales, y más para los gatos, que suelen ser muy exquisitos con lo que comen.  El primero de los ministros respondió a la pregunta de Emperador: - “Le abriría la boca a la fuerza y le empujaría con un palillo la pimienta por su garganta.” - “Muy mal”, le contestó el Emperador, “eso es emplear la fuerza bruta, y así sólo se genera resentimiento, no es forma de conseguir nada de nadie.” Cómo persuadir a un gato para que coma pimienta - “Le dejaría que pasara hambre y después haría una pelota con carne”, se le ocurrió al otro Ministro, “y dentro pondría la pimienta. Así el gato comería la carne y sin darse cuenta, también la pimienta.” - “Tampoco es la solución”, replicó el Emperador, “así estás empleando el engaño que es solución a corto plazo pero con el tiempo acarrea muchos proble...

El samurái que mató un gato

Historia de Miau El samurái y el gato Un samurái, feroz guerrero, pescaba apaciblemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa. Al darse cuenta, el samurái se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz.  Ver El poder de tu mente Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos. Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. Todos los lugares y las circunstancias proferían miaus lastimeros. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau. El mismo se había convertido en un maullido... Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le tortu...

Camuflaje

El camuflaje del gato - ¡Cadete García! - ¡Si señor! - No le he visto en las pruebas de camuflaje de hoy. - ¡Gracias señor! El Arte de la Estrategia tusbuenoslibros