La crucifixión de Jesucristo es uno de los eventos más significativos en la historia del cristianismo. A lo largo de los siglos, artistas y creyentes han representado este momento con imágenes de clavos atravesando las palmas de las manos de Jesús. Sin embargo, algunos estudiosos e investigadores han cuestionado la precisión histórica y médica de esta representación, sugiriendo que los clavos podrían haber sido colocados en las muñecas y no en las palmas. Ver La viuda virtuosa, el soldado seductor y el cadáver que se crucificó solo Evidencia histórica y arqueológica Uno de los principales argumentos a favor de la teoría de que los clavos fueron colocados en las muñecas proviene del hallazgo arqueológico de un esqueleto en Jerusalén en 1968. Este esqueleto, conocido como el "hombre crucificado de Giv'at ha-Mivtar", data del siglo I d.C. y muestra signos de haber sido crucificado. Un clavo todavía estaba incrustado en el hueso del talón, y el análisis forense determinó qu