El Arte de la Guerra. Al terminar la primera década del siglo XXI, las agencias internacionales de noticias dejaron de ser dependientes de los gobiernos a la hora de producir las noticias en la zona de conflicto ya que disponían de medios propios de comunicación muy avanzadas tecnológicamente.
Artículo publicado en abril de 2.001 (antes de los sucesos del 11-S)
El Arte de la Guerra. Cadaver de Soldado USA en Mogadiscio (Somalia) |
La seguridad en las operaciones militares se hizo casi imposible puesto que los potentes grupos económicos que dominaban el mundo de la información periodística lanzaron satélites de comunicaciones y de observación e incluso sus propios UAVs reconocimiento para transmitir en tiempo real escenas del campo de batalla.
Esta enorme cantidad de información estaba, por supuesto, disponible para cualquiera, incluidos nosotros. No teníamos, por tanto, necesidad de construir satélites costosos o incluso pagar a espías; en su lugar utilizábamos el libre flujo de datos que navegaba por Internet, ya que las democráticas leyes occidentales del derecho a la información hacían imposible el consenso político necesario para interferir el trabajo de los medios. De hecho, la tecnología ha hecho posible la ‘igualdad en la información’ más que el ‘dominio de la información’ que era lo que patrocinaba la revolución tecnológica militar de finales del siglo XX.
Nos dimos cuenta de que los cambios tecnológicos tan radicales que se habían producido en los medios, nos permitían desarrollar una estrategia que explotaba el miedo de los occidentales a las bajas en los conflictos militares. Esta sensibilidad exquisita a la hora de usar la fuerza contra la barbarie, hacía posible que adversarios muy inferiores tecnológicamente pudieran derrotar a superpotencias. Como ejemplo podemos señalar que la muerte de 18 soldados americanos en Somalia, seguida por las escenas de TV del cuerpo de uno de esos soldados arrastrado por las calles de Mogadiscio, causó tal protesta entre el público americano que forzó a las autoridades a limitar sus objetivos políticos.
De la misma forma el temor reverencial a las muertes tanto propias, como del enemigo, hizo que las intervenciones occidentales contra los genocidios en Bosnia y en la antigua Yugoslavia estuvieran llenas de limitaciones que proporcionaron grandes ventajas estratégicas a sus adversarios.
De esta manera, el intentar capitalizar el poder de los medios (principalmente la TV) se convirtió en parte de nuestra estrategia, haciendo la guerra de la manera más brutal y despiadada posible para influenciar de esta forma a los líderes políticos al exponer esa brutalidad ante los ojos de sus ciudadanos. Esta estrategia casaba muy bien con nuestra manera de ser como nación. Los países como el nuestro, organizados socialmente sobre la base de unas poderosísimas corrientes étnicas, religiosas o culturales y con frecuencia dotadas de unas potentes fuerzas de seguridad, son mucho más resistentes a las vacilaciones de la opinión pública que las pluralistas democracias occidentales.
Nuestra estrategia fue hacer una guerra tan psicológicamente costosa para los ciudadanos occidentales que...
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