La simplicidad es la sofisticación definitiva es una frase atribuida tradicionalmente al artista e inventor Leonardo Da Vinci. Por su parte, León Tolstói aseguraba que no existe grandeza donde no hay sencillez. Confucio, en la Antigua China, también tenía algo que decir sobre este tema: La vida es muy simple, pero nosotros insistimos en hacerla complicada.
Sin embargo, la moderna sociedad occidental parece haberse empeñado en deshacerse de todo rastro posible de simplicidad. A pesar de que cada vez gozamos de un mayor número de objetos cuyo propósito es hacernos la vida más fácil, la realidad se presenta de forma mucho más compleja ante nuestros ojos.
Para dummies, simplifica tu vida |
Y no sólo porque internet y las nuevas formas de comunicación nos permitan acceder a una cantidad de información infinitamente superior a la de un pasado, sino también porque, en muchos casos, esta está ordenada de forma mucho más alambicada. Algo que ya no repercute únicamente en los diferentes campos profesionales, sino también en lo que atañe a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, en la cantidad de papeleo que nos exige cualquier trámite administrativo. Pero la burocracia no es únicamente el único ámbito en el que la complejidad parece aumentar sin fin.
En la antigüedad, las personas se alimentaban de la comida que su tierra producía, y apenas reflexionaban sobre los efectos que esta producía. Ahora, hemos de leer multitud de artículos, libros y revistas sobre alimentación para conocer cuál es la comida que mejor se adapta a nosotros. Y, aun así –y este es un factor importante–, ni siquiera podemos afirmar con total seguridad que estemos actuando correctamente, en cuanto que las fuentes se contradicen entre sí. Esto se refleja en campo de la tecnología, donde la complejidad de los aparatos es directamente proporcional a la facilidad de uso que prometen al comprador.
¿Quién no se ha parado a pensar nunca en el escaso rédito que saca a la mayor parte de aplicaciones de su móvil? No es que detestemos la complejidad, ya que nos sentimos fascinados por ella. La ilusión de control que proporciona gozar del mayor número de información estadística posible es buena muestra de ello, como ocurre en el auge del big data, que promete un conocimiento del mundo a través del análisis de datos gestionados de manera informática que habría sido inaccesible desde un punto de vista puramente humano.
Una interesante reflexión.
ResponderEliminarComplicamos todo. Parece parte de la misma sociedad ocicdental. Tengo aplicaciones en el móvil que realmente no sé para que fruncionan y me llenan la memoria... Y lo peor es que vienen con el teléfono y no se pueden borrar.
Simplificar la vida...Viviremos a gusto.
Saludos
¿Y que decir de la buracracia y todos los trámites que se nos comen?
EliminarSaludos, Manuel
Ya decían los budistas que la infelicidad viene por desear demasiadas cosas. Y que la vida sencilla es fuente de bienestar y de alegría. Habrá que volver al huerto y a los paseos a pie. Lo digo por la crisis. A la fuerza, vamos.
ResponderEliminarUn saludo.
La fuente del sufrimiento es el deseo. La felicidad es simplificar no dejando nada a medias. Por ejemplo, si tienes a medias un jamón pata negra y unas botellas de vino, la felicidad está en no dejarlos a medias y acabarlos ;-)
EliminarSaludos, Cayetano