El arte de moverte con inteligencia en un mundo lleno de apariencias ¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas siempre salen ganando, incluso en las peores situaciones? ¿Te gustaría entender cómo piensan los que realmente mandan… y aprender a jugar con sus mismas cartas? Las 20 leyes de la astucia es el manual definitivo para quienes quieren dejar de ser ingenuos y empezar a moverse con cabeza en la vida . Este libro no es teoría vacía ni frases motivacionales: es estrategia pura, clara y directa. ¡Haz clic aquí para leer una muestra ahora! Te ofrece unas herramientas prácticas para: Entender los juegos ocultos de poder e influenci a. Detectar segundas intenciones y protegerte de ellas. Influir sin imponer, ganarte el respeto sin alzar la voz. Tomar decisiones con inteligencia emocional y visión estratégica. Convertirte en alguien más difícil de manipular , más sólido y respetado. Imagina tener la capacidad de leer entre líneas, anticiparte a los movimientos de los dem...
Había una vez un rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones.
Antes de partir quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo.
Pasó el tiempo, el viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna. Pero le esperaba una gran sorpresa.
-¡Malas noticias! -anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó?
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El oro y las ratas |
-No lo imagino -repuso el mercader. -Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo!
-¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga! Sin demostrar sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al día siguiente.
Pero, después de despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor caballo que encontró. Cuando llegó a su casa ocultó al animal en los fondos. Al día siguiente, el convidado llegó con cara de disgusto.
-Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos. -Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra.
-¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado la lechuza?
-¿Qué dices? -Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo.
-¡Qué tontería! -se enojó el otro. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos!
-Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿por qué te asombra que las lechuzas roben caballos? El mal amigo, rojo de vergüenza, confesó que había mentido.
El oro volvió a su dueño y el caballo a su establo. Hubo disculpas y perdón.
Si en vez de guardar el oro en tu casa, lo metes en el banco, también puede que se lo coman las "ratas". O los "ratos".
ResponderEliminarUn saludo.
O la madre que a todos los parió, sean ratas o ratos. La pena es no poder devolverles la jugada, como en el cuento.
EliminarUn saludo