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Las 20 leyes de la astucia

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¿Qué criterio se usó para separar los actuales Evangelios de los demás Evangelios Apócrifos?

La selección de los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y la exclusión de los evangelios apócrifos se basó en varios criterios clave durante los primeros siglos del cristianismo

¿Qué criterio se usó para separar los actuales Evangelios de los demás Evangelios Apócrifos?


1. Apostolicidad: Se prefirieron textos que se creía que estaban directamente conectados con los apóstoles o sus asociados cercanos. Los evangelios canónicos fueron atribuidos a Mateo (apóstol), Juan (apóstol), Marcos (asociado de Pedro) y Lucas (compañero de Pablo).

2. Ortodoxia: Los textos que se alineaban con la doctrina y las creencias aceptadas por la comunidad cristiana más amplia fueron favorecidos. Esto significa que los evangelios canónicos reflejaban las enseñanzas que se consideraban correctas y que estaban en consonancia con la fe cristiana predominante.

3. Uso litúrgico: Los textos que eran ampliamente leídos y usados en las liturgias y en la enseñanza en las iglesias primitivas tuvieron más probabilidades de ser aceptados. Si un evangelio era popular y ampliamente utilizado en el culto cristiano, tenía más posibilidades de ser reconocido como canónico.

4. Consenso: Los Padres de la Iglesia y los concilios eclesiásticos discutieron y debatieron sobre qué textos debían incluirse en el canon. Los evangelios que recibieron un consenso generalizado entre las diferentes comunidades cristianas se incluyeron en el canon oficial.

5. Antigüedad y autenticidad: Los textos que se consideraban más antiguos y que se creía que provenían de las primeras comunidades cristianas tenían mayor probabilidad de ser incluidos. Se valoraba la autenticidad histórica y la proximidad temporal a los eventos narrados.

En contraste, los evangelios apócrifos fueron excluidos porque no cumplían con uno o más de estos criterios. Muchos de ellos fueron escritos más tarde, presentaban enseñanzas que se consideraban heréticas o no estaban ampliamente aceptados o utilizados en las comunidades cristianas. Además, algunos contenían elementos más legendarios o especulativos, que no se consideraban consistentes con la fe cristiana ortodoxa.

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