La persona que cree en Dios pero no se adhiere a una religión específica suele denominarse deísta o, en un contexto más general, simplemente creyente no religioso.
El deísmo es una corriente filosófica que sostiene la creencia en un ser supremo o creador, pero sin la necesidad de seguir las doctrinas, rituales o instituciones de una religión organizada. Los deístas creen en un Dios que creó el universo, pero que no interviene activamente en los asuntos humanos o en la naturaleza, y no consideran necesarias las revelaciones religiosas o los textos sagrados para conocer a ese Dios.
Otra manera de describir a una persona que cree en Dios sin seguir una religión es como teísta no afiliado o espiritual pero no religioso. Este último término es más amplio y refleja a personas que tienen creencias espirituales o fe en un ser superior, pero que no se identifican con una religión formal.
El deísmo representa una perspectiva filosófica particular dentro de este espectro de creencias. Los deístas sostienen la existencia de un Dios creador que estableció las leyes naturales del universo, pero que posteriormente no interviene directamente en su creación. Esta visión surgió con especial fuerza durante la Ilustración, cuando pensadores como Voltaire y Thomas Paine buscaban reconciliar la razón con la existencia de un ser supremo. Para el deísta, Dios es comparable a un relojero que, una vez construido y puesto en marcha el mecanismo del universo, permite que funcione por sí mismo según las leyes establecidas.
La categoría de "creyente no religioso" es más amplia y engloba diversas formas de entender la espiritualidad personal. Estas personas pueden mantener una relación más íntima y directa con lo divino, sin considerar necesaria la mediación de instituciones religiosas. Su creencia puede manifestarse a través de prácticas personales como la meditación, la oración individual o la contemplación de la naturaleza, pero rechazan la autoridad de jerarquías religiosas establecidas y los dogmas institucionalizados.
El término "teísta no afiliado" hace referencia específicamente a aquellos que creen en un Dios personal que puede intervenir en el mundo, a diferencia del Dios más distante del deísmo, pero que no se identifican con ninguna denominación religiosa particular. Esta postura refleja una tendencia moderna hacia la individualización de la experiencia espiritual, donde cada persona construye su propio entendimiento y relación con lo divino.
La descripción "espiritual pero no religioso" ha ganado popularidad en las últimas décadas como una forma de expresar una búsqueda de significado y trascendencia que va más allá de las estructuras religiosas tradicionales. Esta categoría puede incluir personas que combinan elementos de diferentes tradiciones espirituales, que desarrollan sus propias prácticas o que simplemente mantienen una apertura hacia lo trascendente sin adherirse a un sistema de creencias específico.
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