Gustave Le Bon, en su libro "La psicología de las masas", plantea una idea fascinante: "El que puede engañar a las masas se convierte en su amo, y el que trata de eliminar las ilusiones de sus ojos se convierte en su víctima".
Esto me hace pensar en cómo, a menudo, la gente prefiere vivir en la comodidad de las ilusiones en lugar de enfrentar la dura realidad. Es como si el engaño se convirtiera en una herramienta poderosa para aquellos que saben cómo manipular a las multitudes.
Luego, Friedrich Nietzsche también se suma a esta conversación con un consejo contundente: no caigas en un idealismo excesivo. Según él, creer que decir la verdad te acercará más a las personas es un error. La gente tiende a amar y recompensar a quienes pueden ofrecerles ilusiones agradables. A lo largo de la historia, aquellos que han dicho la verdad rara vez han sido bien recibidos; más bien, suelen ser castigados. Si realmente quieres conectar con la gente, Nietzsche sugiere que es mejor compartir sus delirios en lugar de intentar convencerlos con la verdad.
Este enfoque puede parecer un poco cínico, pero hay algo de verdad en ello. La realidad es que muchas veces es más fácil y cómodo seguir la corriente y adaptarse a lo que los demás quieren creer. En un mundo donde las verdades incómodas pueden llevar al rechazo o al aislamiento, a veces es más práctico jugar el juego y encontrar un terreno común, incluso si eso significa abrazar algunas ilusiones. En resumen, tanto Le Bon como Nietzsche nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de las relaciones humanas y el papel que juegan las ilusiones en nuestras interacciones diarias.
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