¡Un poderoso relato sobre el éxito! El autor se graduó con honores, pero fue el taquero quien le enseñó el secreto de la riqueza.
Cuando era niño, mi mamá me decía, mientras me servía sopa con el arroz pegado al fondo: “¡Estudia, mijo! Si no estudias, vas a acabar como el taquero de la esquina: sin futuro, sin dinero y oliendo a cebolla todo el día”.
Yo, como buen hijo de familia
mexicana, seguí el consejo al pie de la letra. Hice el recorrido completo de la
educación formal: primaria, secundaria, prepa, universidad y, para rematar,
¡maestría!
Lo logré. Obtuve el título con una
foto seria y, el día de la graduación, mis jefes lloraron de orgullo. Yo
también lloré, pero por la enorme deuda del posgrado.
Y sí, conseguí un trabajo con una
bonita oficina. Pero los millones nunca llegaron. Solo vinieron las reuniones
eternas, el tráfico de dos horas, los “urgente para ayer” y el estrés que me
salía por los poros.
Un día, al salir del trabajo, pasé
por un puesto de tacos que olía a gloria. Me bajé de mi humilde coche de
segunda mano y me acerqué.
Ahí estaba él, el mismísimo “taquero
de la esquina”. Pero ya no era “ese pobre sin estudios”. No, señor. Era un
empresario con un local formal, mesas con manteles blancos y una terminal para
cobrar con tarjeta. Tenía tres carritos de tacos en la puerta, empleados
uniformados y hasta una promoción de “martes de campechanos al 2x1”.
Mientras yo hacía cuentas para ver
si me alcanzaba para la quincena, él le daba el cambio a un cliente de un
billete de $500.
Ahí me golpeó la realidad: mi mamá
tenía razón, pero su visión era bien limitada.
En mi casa, como en muchas otras, la fórmula fue siempre la misma:
- Estudia mucho.
- Saca buenas calificaciones.
- Consigue un buen trabajo.
- Sé alguien en la vida.
Nadie me habló de emprender. Nadie me enseñó sobre ingresos pasivos, negocios, cómo abrir una empresa, cómo contratar personal o cómo manejar impuestos.
¿Y el taquero? Él quizás no terminó
la prepa, pero entendió algo que a mí me costó años de universidad asimilar:
vender algo que la gente necesita y que sepa delicioso te puede dar más
libertad que un salario con prestaciones.
Y no me malinterpreten, no estoy
diciendo que estudiar sea malo. Pero estudiar solo para ser empleado… eso sí se
siente como un robo disfrazado de diploma.
Aprendí varias cosas importantes en
este camino:
- Un título no garantiza riqueza.
- El éxito no siempre huele a oficina, a veces huele a taco de pastor con piña.
- Ser autodidacta puede darte más que un posgrado.
- Los negocios sencillos, pero bien ejecutados, generan mucho dinero.
- Mientras unos se gradúan con toga, otros facturan en chanclas.
- Hay carreras que te enseñan a ser un empleado, pero pocas te enseñan a ser libre.
Hace poco, pasé de nuevo por el mismo puesto y me atendió el
hijo del taquero. Un joven de 20 años que ya administra dos sucursales, tiene
una moto y un celular más caro que el mío, y planea abrir un food truck para vender tacos gourmet.
Yo sigo en mi oficina, viendo memes
y esperando que mi jefe me apruebe las vacaciones para poder vivir dos semanas
al año.
Ese día me quedó claro que no es el
estudio lo que te hace rico, sino lo que haces con lo que sabes. Y si todavía
crees que emprender es solo para los que no estudiaron, ten cuidado. Podrías
estar educándote para terminar trabajando para el taquero.
Y tú, ¿ya pensaste en poner tu
propio puesto? Ver Lo que
nunca te enseñaron
Dios bendiga al taquero alegre y a todos los vendedores que, cada día, salen a buscar el sustento honrado para sus familias.
Y tú, ¿qué
opinas? Puedes dejar tus comentarios más abajo.
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