Seductor, Don Juan, mujeriego… Se llame como se llame, pone trampas, conoce los puntos débiles de su presa y va siempre en busca de un nuevo trofeo. La historia de Don Juan, revisada por el psicoanálisis, dio nombre a esta patología predominantemente masculina: «donjuanismo». Vinculado al complejo de Edipo, el síndrome de Don Juan resulta en una necesidad compulsiva de seducir. ¿La meta? Despertar interés y admiración en todas las mujeres. ¿Por qué? Los mujeriegos patológicos no buscan emoción o pasión, sino reconocimiento. 26 señales que delatan al mujeriego “El deseo desenfrenado de agradar se basa en un defecto narcisista, una dependencia insaciable del otro”, asegura el psicoanalista Jean-Pierre Winter. Es la llamada del niño que realiza sus primeras hazañas y busca el asentimiento de su madre. A menudo están sufriendo de falta de confianza en sí mismos, estos hombres necesitan la mirada de los demás, la necesidad de despertar en la mujer el deseo de sentirse viva y reconocida. ¿Có