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Máximas moralistas

La fama literaria de François de La Rochefoucauld reside principalmente en sus Reflexiones o sentencias y máximas morales (1665), un libro que contiene unas 700 máximas, mundanas pero morales, en las que analiza las motivaciones y la psicología del ser humano. Su claridad y profundo significado, así como el ingenio y el talento epigramático de, no han sido superados en la literatura francesa.


Máximas.
François de
La Rochefoucauld
Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus defectos, se parece más al odio que a la amistad.

Es más vergonzoso desconfiar de los amigos, que ser engañado por ellos.

Ningún disfraz puede ocultar el amor durante mucho tiempo, ni puede fingirlo, si no hay amor, durante mucho tiempo.

Hay héroes del mal, lo mismo que del bien.

A menudo nos avergonzarían nuestras grandes acciones si el mundo se diera cuenta de los motivo que las produjeron.

Hay una cosa que no se entiende bien: Una mujer ama a dos hombres y ellos dos no se pueden ver; un hombre ama a dos mujeres y tampoco se pueden ver ellas dos. Parece que no tendría que ser así.

Es muy difícil que dos que ya no se aman, riñan de veras.

La razón por la cual los amantes nunca se cansan de hablar es porque hablan de ellos mismos.

Lo que nos hace amar las nuevas amistades, más que la fatiga que nos producen las viejas o el placer cambiar, es el fastidio de no ser admirados por los que ya nos conocen mucho, y la esperanza de serlo más por los que nos conocen menos.

La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces.

No hay más que una clase de buen amor; pero hay mil copias diferentes.

La duración de nuestras pasiones es tan independiente de nosotros, como la duración de la propia vida.

No se desprecia a todos los que tienen vicios; pero se desprecia a todos los que no tienen ninguna virtud.

El que refuta una alabanza merece ser alabado dos veces.

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