Acabo de descubrir que, hasta hace unos siglos, un tema recurrente en la medicina era el esfínter.
Hasta ahora, esto puede parecer poco extraño, pero lo curioso es que se creía que muchas dolencias se podían resolver introduciendo diversos objetos en él, especialmente los famosos dilatadores rectales.
Ver El curioso tratamiento para la histeria en la época victoriana
Ojo, no estamos hablando del típico espéculo que se utiliza para la inspección del orificio mencionado.
Hace siglos, había médicos que estaban seriamente convencidos de que algunas dolencias se podían evitar o curar con estos dilatadores rectales o, en general, introduciendo "la cura" a través del ano.
En el siglo XVIII, por ejemplo, los médicos de toda Europa practicaban enemas de humo de tabaco para tratar todo, desde insuficiencia respiratoria hasta hernias, resfriados e incluso casos desesperados de ahogamiento. Consistía en quemar tabaco, inhalar los humos y exhalarlos directamente en el recto del desafortunado paciente utilizando bombas y tubos.
La foto de arriba, sin embargo, se refiere a la "culminación" de la ciencia médica aplicada al ano. Hacia finales de la década de 1800, estos dispositivos médicos fueron autorizados en los EE. UU. para diversos usos. Algunos de estos usos son plausibles, pero otros son al menos desconcertantes:
- Aliviar el estreñimiento.
- Asegurar un sueño reparador.
- Evitar el mal aliento, la piel amarillenta, las hemorroides y el prolapso intestinal.
- Aliviar los dolores de cabeza y el acné.
- Tratar el hebetismo.
- Calmar la irritabilidad nerviosa.
Aunque hubo testimonios de personas "respetables" a favor de estos instrumentos, un tribunal falló en contra de ellos en 1940. Hoy en día, no es difícil entender que, aunque podían ser de ayuda en casos de estreñimiento (es cierto que los músculos rectales pueden contraerse para favorecer el tránsito intestinal), los usos poco ortodoxos de estos dilatadores rectales eran pura charlatanería.
Las instrucciones de uso no eran tranquilizadoras: se podía leer, de hecho, que
"Primero ponga el dilatador en agua tibia; luego lubrique el exterior del dilatador con Piloment de Dr. Young (o, si no está disponible, con vaselina) y, mientras está en cuclillas o acostado de lado con las rodillas levantadas, insértelo suavemente en el recto hasta el borde.
Manténgalo en su lugar durante un minuto, y los músculos anales se cerrarán y lo retendrán. Siéntese o acuéstese y déjelo reposar durante media hora o una hora para obtener los mejores resultados. Diez minutos lograrán mucho.
Cuando esté listo para pasar al siguiente tamaño más grande, lo mejor es usar primero durante unos minutos el mismo tamaño que ha estado utilizando, insertándolo y retirándolo varias veces. Esto es muy beneficioso y no debe pasarse por alto."
Dejo la traducción de este estudio (literal) en profundidad para los más curiosos. El hecho es que hace cien años, esto es lo que se hacía con la bendición de la ciencia.
La lección que se puede extraer de esto es clara: lo que funciona hoy será reevaluado mañana y tal vez desechado. Permanezcamos abiertos al aprendizaje, porque nunca dejaremos de evolucionar.
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