El efecto Troxler es una fascinante ilusión óptica que nos permite entender cómo nuestro cerebro utiliza mecanismos especiales para protegernos de la sobrecarga sensorial.
Este fenómeno, descubierto por el médico suizo Paul Vital Troxler en 1804, nos demuestra cómo nuestra percepción visual se ajusta automáticamente para mantener nuestra atención en lo esencial y filtrar lo irrelevante.
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El principio del efecto Troxler
Cuando observamos un punto central fijo, el entorno que lo rodea comienza a desvanecerse gradualmente, volviéndose invisible. Esto ocurre especialmente si mantenemos la vista fija en el centro de la imagen durante un tiempo prolongado, alrededor de 20 segundos, sin mover los ojos. En este caso, los círculos de colores, que inicialmente captan nuestra atención, desaparecen. Sin embargo, si suprimimos el movimiento ocular y mantenemos la mirada fija, la intensidad de los estímulos visuales se reduce hasta llegar a desaparecer por completo.
En algunas personas, en lugar de un vacío, aparece un círculo errante de color verde claro, una especie de "contraste superfluo" que nos recuerda que nuestra visión se ha ajustado a los estímulos que inicialmente percibimos. Este fenómeno es una demostración de cómo el cerebro filtra la información innecesaria para centrarse en lo importante, dejando de percibir lo que no varía ni aporta novedades.
¿Por qué sucede este fenómeno?
El efecto Troxler se basa en un mecanismo fundamental de adaptación visual de nuestra retina. Esta parte del ojo, que recibe la luz y los estímulos visuales, tiene la capacidad de ajustarse a las variaciones de intensidad de los mismos. Cuando un estímulo se repite o persiste sin cambiar, la retina disminuye su sensibilidad hacia él. De esta manera, el ojo deja de percibir los estímulos estáticos, como los círculos de colores de la imagen, porque el cerebro interpreta que no aportan información nueva ni relevante.
Este proceso no solo se limita a la percepción visual, sino que también puede extenderse a otros sentidos. Por ejemplo, nuestra capacidad para bloquear el ruido de fondo en un entorno ruidoso es un claro reflejo de este mecanismo. El cerebro ajusta la atención a lo que considera prioritario, suprimiendo lo que no requiere nuestra intervención.
El impacto en nuestra percepción
Cuando movemos los ojos o cambiamos la dirección de nuestra mirada, los estímulos que se habían desvanecido vuelven a ser percibidos. Esto ocurre porque el movimiento ocular restablece la sensibilidad de la retina, lo que permite que los estímulos que antes habíamos dejado de notar se reactiven. Este proceso es una adaptación natural que evita que nuestra mente se sobrecargue con información constante y sin cambios, permitiéndonos enfocarnos en lo que realmente necesita nuestra atención en cada momento.
Este fenómeno de adaptación no solo ocurre en el ámbito visual, sino que es un mecanismo de supervivencia inherente a los seres humanos. Nos permite concentrarnos en lo esencial, filtrar lo innecesario y protegernos de una sobrecarga sensorial que podría generar estrés o dificultar nuestra capacidad de respuesta.
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Por suerte esto no pasa, cuando conducimos por calles o avenidas muy concurridas, donde seria letal tener una atencion concentrada, en lugar de tener una atencion "dispersa", es decir controlar los tres espejos retrovisores, mirar cerca y a la distancia y tener los reflejos rapidos para actuar en solo decimas de segundo, esto tambien ocurre , por ejemplo en el vuelo, en una recta final hacia la pista, con viento lateral y turbulencia, para no salirse del eje de la pista, controlar la velocidad minima, y el transito circundante...saludos, René.
ResponderEliminarSi sucedería si solo nos enfocamos en ver hacia adelante, a un solo punto, por eso estamos mirando a todos lados para que no suceda eso
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