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Baltasar Gracián, filósofo jesuita, nos da siete sabios consejos para ejercer con prudencia el liderazgo.
1. Evitar las victorias sobre el jefe
Toda derrota es odiosa, y si es sobre el jefe o es necia o es fatal. Siempre fue odiada la superioridad, y más por los superiores. Será fácil hallar quien quiera ceder en éxito y en carácter, pero no en inteligencia, y mucho menos un superior. A los jefes les gusta ser ayudados, pero no excedidos.
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Baltasar Gracián, sabio jesuíta |
2. Tener inteligencias auxiliares
Es una gran suerte de los poderosos acompañarse de hombres de gran entendimiento que les saquen de todos los problemas causados por la ignorancia y que incluso peleen por ellos las luchas más difíciles. El que no pudiera alcanzar a tener la sabiduría en servidumbre, que la alcance en la amistad.
3. Contar con buenos colaboradores
Algunos quieren que su extremada perspicacia dominen sobre las limitaciones de los colaboradores. Es una peligrosa satisfacción que merece un castigo fatal.
4. Preferir las ocupaciones de reconocido prestigio
Hay empleos expuestos a la aclamación general, y hay otros, aunque más importantes, absolutamente invisibles.
5. Saber negar
No se debe conceder todo, ni a todos. Tanto importa saber negar como saber conceder y pelos que mandan es una prudencia necesaria. Y aquí interviene la forma: más se estima el no de algunos que el si de otros, porque un no dorado satisface más que un si a secas. Es mejor que queden siempre algunos restos de esperanza para que templen lo amargo de la negativa.
6. Saber adaptarse a todos
Es el gran arte de ganar a todos, porque la semejanza atrae la simpatía. Observar los caracteres y ajustarse al de cada uno. Al serio y al jovial seguirles la corriente, transformándose cortésmente. Es necesario para los que dependen de otros. Esta gran destreza para vivir necesita una gran capacidad.
7. Conseguir y conservar la reputación
Es el usufructo de la fama. Cuesta mucho porque nace de las eminencias, más raras cuanto son comunes las medianías. Una vez conseguida, se conserva con facilidad. Obliga mucho y obra más. Es un tipo de majestad cuando llega a ser veneración, por la sublimidad de su origen y de su ámbito. Aunque la reputación en sí misma siempre se ha valorado.
Sobre el jefe, estoy seguro que no hay que triunfar sobre él...
ResponderEliminarHay que mantenerse. Llegar puede ser relativamente fácil, pero mantenerse es más duro y sobretodo mantener la reputación.
Saludos Carolus
Es decir, docilidad.
ResponderEliminarCuando en españa los liberales propuesieron el contrato de trabajo (cuestión de interés, no de justicia) la iglesia salió al paso aponiéndose a ello bajo el siguiente principio: las relaciones laborales deben articularse mediante la caridad de los patronos y la resignación de los trabajadores. Que progreso para el mundo.