¡Impactante! Descubre por qué los indígenas "no vieron" las carabelas de Colón. La poderosa teoría de Bergson: el ojo ve lo que la mente comprende.
Hace años leí una historia que me pareció fantasiosa en ese momento, decía que cuando Colón llegó a América, los indígenas “no veían” las carabelas que se acercaban a la costa. Según el relato, sus ojos simplemente no registraban aquellas enormes estructuras flotantes, porque su mente no podía concebir algo semejante. En ese momento pensé que era una exageración.
¿Cómo no iban a ver barcos tan grandes frente a ellos? Sin embargo, tiempo después, al conocer las ideas del filósofo francés Henri Bergson, comprendí que esa frase podía tener un sentido más profundo del que aparentaba.
Bergson sostenía que “el ojo ve solo lo que la mente está preparada para comprender”. Para él, percibir no era un acto pasivo, sino una forma de acción. Ver El poder de tu mente
Los indígenas del Caribe o del continente americano no tenían en su repertorio conceptual nada parecido a un navío europeo de gran tamaño, con velas, mástiles y estructuras de madera diseñadas para cruzar el océano. Ver La ley de matrimonios mixtos que cambió la colonización de América
Su experiencia con embarcaciones era de canoas o balsas pequeñas, hechas para navegar ríos y costas.
Por lo tanto, cuando vieron en el horizonte algo enorme moviéndose sobre el agua, no pudieron asignarle de inmediato un significado funcional.
Podría parecerles un fenómeno natural. un conjunto de troncos, una formación marina, incluso una criatura desconocida.
Solo cuando los barcos se acercaron lo suficiente y vieron a las personas, es decir, cuando apareció la acción humana visible, la mente pudo “reconfigurar” la percepción, en consecuencia ahora lo visto tenía sentido.
Así, según la interpretación bergsoniana, sí veían los barcos, pero no “los veían como barcos”.
El objeto estaba dentro de su campo visual, pero fuera de su campo conceptual.
Bergson tiene dentro de su repertorio, otro concepto muy interesante que llama la “duración” (la durée), es una especie de tiempo vivido. Para él, el tiempo no es una sucesión de segundos iguales como en un reloj, sino una corriente continua de conciencia, una mezcla de recuerdos, emociones y anticipaciones. Así como no todos vemos lo mismo frente a nuestros ojos, tampoco todos vivimos el tiempo igual, hay minutos que se sienten eternos y horas que se desvanecen sin dejar huella. El tiempo, como la percepción, depende de la mente que lo experimenta. Ver Lo que nunca te enseñaron
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