La teoría del robo del cuerpo de Jesús es una de las explicaciones alternativas que se han propuesto para la tumba vacía, pero presenta varios problemas que la hacen poco plausible.
En primer lugar, los soldados romanos custodiaban la tumba, lo que habría hecho extremadamente difícil que alguien pudiera robar el cuerpo sin ser detectado. Aunque algunos cuestionan la presencia de los guardias, el riesgo de intentar burlar a soldados romanos habría sido enorme.
Además, los discípulos de Jesús estaban aterrorizados y desmoralizados tras la crucifixión. Es poco probable que tuvieran la motivación o el coraje para llevar a cabo un plan tan arriesgado como robar el cuerpo. La mayoría había huido y se escondía por miedo a correr la misma suerte que Jesús.
Si los discípulos hubieran robado el cuerpo, estarían propagando conscientemente una mentira al proclamar la resurrección. Esto contradice su disposición a sufrir persecución e incluso el martirio por su fe. Es difícil creer que estuvieran dispuestos a morir por algo que sabían que era falso.
También hay que considerar que las autoridades judías y romanas tenían interés en desacreditar los rumores de la resurrección. Si el cuerpo hubiera sido robado, podrían haberlo buscado y encontrado fácilmente para exponer el engaño. Sin embargo, nunca produjeron el cuerpo.
Por último, la teoría del robo no explica las numerosas apariciones de Jesús resucitado reportadas por sus seguidores, ni la transformación radical que experimentaron, pasando del miedo y la desesperanza a una fe inquebrantable que cambió el curso de la historia.
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