El tema de la nomenclatura geográfica internacional ilustra perfectamente la complejidad de las convenciones de nombres en diferentes culturas y lenguas. El caso del Canal de la Mancha es un excelente ejemplo de cómo un mismo accidente geográfico puede tener múltiples denominaciones válidas según el contexto cultural y lingüístico. No existe una "autoridad definitiva" que determine un único nombre correcto, sino que coexisten diferentes denominaciones reconocidas por distintas culturas y países. La situación del Golfo de México sigue esta misma lógica. Aunque Trump pudiera promover el uso de "Golfo de América", esto no tendría ningún efecto vinculante a nivel internacional. Los nombres geográficos suelen establecerse por consenso histórico y uso común, no por decreto unilateral de ningún líder o país. El paralelismo con Corea del Norte ("Joeson" o "Chosun") demuestra cómo las denominaciones locales pueden diferir significativamente de los nombres...