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Mostrando entradas de octubre, 2010

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Sinvergüenzas útiles

Monsieur de Talleyrand era un perfecto sinvergüenza. Sobrevivió, como su íntimo enemigo Fouché a la Revolución Francesa, al Terror y a Napoleón. Aun así prosperó y medró como pocos. Era un perfecto inmoral: obispo y casado con una mujer casada a cuyo marido sobornó.  Vendió y  traicionó a todo aquel que le estorbaba. Aclarar que generalmente lo hacía con clase y elegancia.  Sin embargo…, sin embargo, a su manera era un patriota. Ministro de Asuntos Exteriores, era una persona extremadamente capaz. Siempre miró por Francia, hubiera el régimen que hubiera. De hecho, vencido su país tras la derrota de Napoleón en Waterloo, se la ingenió para que las pérdidas por compensaciones fueran reducidas y el país galo no redujo en un ápice su territorio. Fue capaz de poner unas contra otras a las potencias ocupantes de forma que sugirió que una Francia muy debilitada no convenía a nadie.  Sinvergüenza e inmoral, pero capaz y patriota . Como los de ahora, que se quedan sólo en sinvergüenzas. E

Una de las dos Españas

Como dijo Antonio Machado: “españolito que vienes al mundo/ te guarde Dios,/ una de las dos Españas/ha de helarte el corazón" .  En este país de Celtiberia, o eres del partido de la rosa o del la gaviota; o eres de del Real Madrid o del Barça, o estás conmigo o contra mí.   Y si no te gusta el fútbol o elegir entre rositas o pajaritos, eres rarito, rarito y te embisten desde ambos sitios. Porque si no eres o piensas como yo, no eres un rival, eres enemigo a destruir, porque yo perderé un ojo, pero tú te quedas ciego. Una de las dos Españas Y si se te ocurre decir que qué problema hay en ser del puño y de la gaviota a la vez, o del Madrid o del Barça, te miran como a un loco sin remedio. Que digo yo que tal vez esa reacción visceral sea humana y por eso no hay forma de ser cristiano, judío y musulmán a la vez, y que si eso fuera posible (no veo por qué no), otro gallo cantaría, que los chinos y demás gente de ojos en rendija llevan muy bien tener varias religiones y

Amor o temor

"Se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado. Respondo que convendría ser una y otra cosa juntamente, pero que, dada la dificultad de este juego simultáneo, y la necesidad de carecer de uno o de otro de ambos beneficios, el partido más seguro es ser temido antes que amado.[...] Los hombres se atreven más a ofender al que se hace amar, que al que se hace temer, porque el afecto no se retiene por el mero vínculo de la gratitud, que, en atención a la perversidad ingénita de nuestra condición, toda ocasión de interés personal llega a romper, al paso que el miedo a la autoridad política se mantiene siempre con el miedo al castigo inmediato, que no abandona nunca a los hombres. No obstante, el príncipe que se hace temer, sin al propio tiempo hacerse amar, debe evitar que le aborrezcan, ya que cabe inspirar un temor saludable y exento de odio, cosa que logrará con sólo abstenerse de poner mano en la hacienda de sus soldados y de sus súbditos, así como de despojarles

Buscar el punto débil

Al tercer Shogun Iemitsu le gustaban los combates de espada. Una vez en que se dispuso ver a algunos de sus mejores espadachines exhibir sus habilidades, advirtió entre el público a un experto jinete llamado Suwa Bankuro, e impulsivamente le pidió participar. Bunkuro respondió diciendo que lo haría complacido si podía contender a caballo, añadiendo que podía derrotar a cualquiera a caballo. Iemitsu instó gustoso a los espadachines a pelear con Bunkuro en el estilo que él prefería. Resultó que Bunkuro tenía razón en su jactancia. Blandir una espada sobre un caballo bien adiestrado no era algo a lo que muchos espadachines estuvieran acostumbrados, y Bunkuro derrotó fácilmente a todos los que se atrevieron a enfrentarlo a caballo. Algo exasperado, Iemitsu dijo a Munemori que hiciera la prueba. Aunque espectador en esta ocasión, Munemori obedeció al instante y montó a caballo. Cuando su caballo trotó hasta el de Bunkuro, lo detuvo de súbito y golpeó la nariz del de Bunkuro con su espada d