Jesucristo fue crucificado por una combinación de razones políticas, religiosas y sociales que reflejan tanto la maldad humana como un plan divino de salvación. Ver Las estrategias ocultas de la Biblia Desde una perspectiva terrenal, los líderes religiosos judíos de la época vieron a Jesús como una amenaza para su autoridad y el orden establecido. Su creciente popularidad y sus enseñanzas desafiaban las normas religiosas y sociales, lo que generó envidia y miedo entre ellos. Acusaron a Jesús de blasfemia por proclamarse el Hijo de Dios y lo presentaron ante el gobernador romano, Poncio Pilato, como un rebelde que se autoproclamaba "Rey de los Judíos". Esta acusación fue fundamental para persuadir a las autoridades romanas de que Jesús representaba un peligro para la estabilidad política de la región, especialmente en un contexto donde cualquier figura carismática podía incitar a la revuelta contra el dominio romano. Desde la perspectiva romana, la crucifixión era el método d...