Una historia de despedida que te hará reflexionar. Un hombre se hace pasar por un padre dolido. ¡El final te dejará sin palabras!
Un hombre entra a un supermercado y se queda mirando fijamente a otro cliente que está comprando.
El otro hombre, incómodo por la mirada, le pregunta:
—Señor, ¿le pasa algo?
El recién llegado responde con tono nostálgico:
—Perdón, lo que pasa es que usted se parece mucho a mi hijo, que falleció hace tres años.
El otro hombre, conmovido, le dice:
—Lo siento mucho. Que Dios le dé fortaleza.
—Gracias, aun intento superarlo —responde el primero—. ¿Le puedo pedir un favor?
—Sí, claro, dígame.
—Cuando yo salga de la tienda, ¿podría decirle “Adiós, hijo”? Y usted me responderá “Adiós, Papá”. Sería como un pequeño consuelo para mí ya que no pude despedirme de él.
El otro hombre, conmovido, accede:
—Por supuesto, no hay problema.
Más tarde, cuando el hombre nostálgico se dirige a la salida, le dice:
—Adiós, hijo.
Y el otro, desde adentro, le responde con cariño:
—Adiós, papá.
El hombre se marcha, y el otro cliente sigue comprando. Al llegar a la caja, la cajera le dice:
—Son 500 dólares.
Él, sorprendido, exclama:
—¿Cómooo que 500 dólares? ¡Si solo llevo unas pocas cosas!
Y la cajera le responde con una sonrisa:
—Es que su papá dijo que usted pagaba las compras de él.
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