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Las 20 leyes de la astucia

El arte de moverte con inteligencia en un mundo lleno de apariencias ¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas siempre salen ganando, incluso en las peores situaciones? ¿Te gustaría entender cómo piensan los que realmente mandan… y aprender a jugar con sus mismas cartas? Las 20 leyes de la astucia es el manual definitivo para quienes quieren dejar de ser ingenuos y empezar a moverse con cabeza en la vida . Este libro no es teoría vacía ni frases motivacionales: es estrategia pura, clara y directa. ¡Haz clic aquí para leer una muestra ahora! Te ofrece unas herramientas prácticas para: Entender los juegos ocultos de poder e influenci a. Detectar segundas intenciones y protegerte de ellas. Influir sin imponer, ganarte el respeto sin alzar la voz. Tomar decisiones con inteligencia emocional y visión estratégica. Convertirte en alguien más difícil de manipular , más sólido y respetado. Imagina tener la capacidad de leer entre líneas, anticiparte a los movimientos de los dem...

El hijoputa del teléfono

No es buena cosa ser un hijoputa, puede aparecer otro que sea mas hijoputa que tu y complicarte la vida. Por hijoputa, claro.


A continuación puedes leer todo un texto que ya es un clásico de internet

Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por teléfono a un compañero.

Descolgué el auricular y marqué el número de memoria. Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:

- '¿Qué quiere?'.

- 'Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago?' dije amablemente.

- 'Te has equivocado, gilipollas', me respondió y acto seguido colgó.

El hijoputa
El hijoputa


No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Pero como aún recordaba el número 'erróneo' que había marcado anteriormente, decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé a que contestase y le dije:

- 'Eres un hijoputa', y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunte aquel número en mi agenda junto a la palabra 'hijoputa'. Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:

- 'Eres un hijoputa'.

Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más relajado...
Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al 'hijoputa'. Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije: 'Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas'.

- 'No' me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.

Rápidamente lo volví a llamar y le dije: 
- 'Eres un hijoputa'.

Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:

- '¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.

El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado y pensé: 'Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos'?

Justo en ese momento vi un letrero de 'SE VENDE' en el cristal de atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento. A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del 'hijoputa' y me acordé que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le dije:

- 'Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?'

- 'Sí, yo mismo'

- '¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?'

- 'Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la casa'

- '¿Cómo se llama usted?'

- 'Enrique Juárez'

- '¿Qué hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los detalles de la operación, Enrique?'.

- 'Pues yo suelo estar en casa por las noches'.

- '¿Puedo decirle algo, Enrique?'

- 'Si, claro'

- 'Enrique, eres un hijoputa de la hostia', y colgué el teléfono.

Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del otro, pero en este puse el nombre de 'hijoputa II'. Ahora tenía dos 'hijoputas' para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme un poco. Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de un par de whiskys se me ocurrió algo.

Primero llamé al 'hijoputa I':

- 'Dígame'

- 'Hola hijoputa' - pero esta vez no colgué.

- '¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?'

- 'Si, hijoputa'.

- 'Deja ya de llamarme o....'

- 'Noooooo'.

- 'Si supiera quién eres te rompía la boca', me dijo.

- 'Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa'

- '¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tú sí que eres un hijoputa y ya puedes ir rezando todo lo que sepas. Te voy a matar a hostias'

- '¿Sí?. ¡Qué miedo me das, hijoputa!' y colgué el teléfono?

Inmediatamente llamé al hijoputa II:

- 'Dígame'

- 'Hola hijoputa' y no colgué.

- 'Como te pille algún día...'

- '¿Qué me vas a hacer, hijoputa?'

- 'Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón'

- '¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa' y colgué.

Por último, cogí el teléfono y llamé a la policía. Les dije que estaba en la calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio homosexual en cuanto llegara a casa.

Luego hice otra llamada rápida a 'Madrid directo' y les dije que iba a haber una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.

Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo..

En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes en tono amable. Ya sabes, no es bueno que yo me irrite..

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Comentarios

  1. Sencillamente genial. Es lo que se merecen todos esos hijos de mala madre. Por idiotas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que no tengamos que usar la idea.

      Saludos, Cayetano

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  2. Creo que se despacho a gusto...Menos mal que yo siempre contesto amablemente el teléfono ;D

    Saludos Carolus

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, es otra moraleja, ser siempre amable... nunca se sabe si el del otro lado es un hideputa

      Saludos, Manuel

      Eliminar
  3. Un "hijoputa" con suerte.... porque los otros ni se molestaron en investigar un poco para pillarlo. Pero suele pasar. Muy gallitos al teléfono y con poco seso....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El que lo lió cometió fallos, pero fáciles de eliminar. Una vez suprimidos los fallos, los otros dos deben entrar al trapo sin pensarlo, como de hecho ocurre en el relato. Es lo que tienen los calentones, que te tragas todo.

      Saludos, csc212

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