Descubre el increíble caos del ex presidente ruso Boris Yeltsin en la Casa Blanca. Historias inéditas de pizzas y calzoncillos. Política insólita.
La visita oficial del expresidente ruso Boris Yeltsin a Estados Unidos en 1995, apenas cuatro años después de la disolución de la Unión Soviética, se convirtió en uno de los episodios más insólitos de la historia diplomática reciente. La personalidad excéntrica de Yeltsin dejó a su anfitrión, el presidente Bill Clinton, y a su equipo de seguridad en una serie de situaciones desconcertantes.
Al llegar a Washington, lo primero
que Yeltsin le preguntó a Clinton fue una cuestión que nada tenía que ver con
la política. Se acercó y, sin preámbulos, le soltó una pregunta que resumía la
obsesión mediática de la época en Estados Unidos: “¿Crees que fue O.J.?” Se
refería al infame juicio de O.J. Simpson, que había sido absuelto poco antes
del asesinato de su exesposa. De todas las posibles preguntas sobre la economía
rusa en crisis o las relaciones bilaterales, Yeltsin optó por el chisme de alto
perfil.
Pero ese fue solo el comienzo de la
aventura. El propio Bill Clinton relató un episodio que dejó a todos en pánico.
Una noche, durante la visita, los servicios secretos se dieron cuenta de que
Yeltsin no estaba en su lugar, lo que desató una búsqueda frenética entre los
agentes estadounidenses y rusos.
Finalmente, lo encontraron en la
Avenida Pensilvania, en plena calle, borracho y en ropa interior, intentando
desesperadamente llamar a un taxi. Cuando los agentes lo rodearon para
convencerlo de regresar, Yeltsin se enfrascó en una discusión acalorada.
Resulta que, tras una noche de copas, le había entrado un antojo incontrolable
por una pizza. En lugar de pedírsela al personal, decidió ir a buscarla él
mismo. Cuando le preguntaron a Clinton si Yeltsin había conseguido su pizza, la
respuesta fue simple: “Sí, consiguió su pizza”.
Y por si fuera poco, la noche
siguiente se repitió el caos. Yeltsin, una vez más bajo los efectos del
alcohol, bajó por unas escaleras traseras hasta el sótano de la Casa Blanca sin
avisar a nadie. El conserje del edificio lo descubrió y, confundiéndolo con un
intruso ebrio, comenzó a discutir con él. Afortunadamente, los agentes de
seguridad, que ya lo buscaban, llegaron a tiempo para aclarar la situación,
dejando al conserje con la historia más extraña de su vida.
Estas anécdotas han pasado a la historia como un claro ejemplo de la imprevisibilidad de la política internacional de la época. Pocos jefes de Estado han mostrado tal comportamiento en una visita oficial, convirtiendo a Boris Yeltsin en una figura única, casi una versión real de un personaje de comedia.
Lo único preocupante es que esta persona podía disparar
miles de misiles armados con bombas nucleares… Ver Las 20 leyes de la astucia
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