¡Asombroso! La gallega que registró el Sol ante notario, vendió parcelas y luego demandó a eBay, en una historia que desafía la Ley.
La audacia de una estrategia legal estelar
La historia de la gallega que se proclamó dueña del Sol no es solo una anécdota curiosa, sino un fascinante estudio de caso sobre la audacia personal, el vacío legal y los límites, a menudo absurdos, del comercio moderno. En 2010, Ángeles Durán, una mujer oriunda de Vigo, Galicia, se presentó ante un notario con una pretensión que desafiaba el sentido común: registrar la propiedad del astro rey.
El Sol, la estrella de tipo
espectral G2 que se encuentra en el centro de nuestro sistema solar, se
convirtió, al menos en papel, en su posesión. ¿Cómo lo consiguió? Durán se
amparó en una figura jurídica conocida como la usucapión (o
prescripción adquisitiva), argumentando que había hecho uso de la propiedad
"de buena fe, de forma pacífica e ininterrumpida durante más de 31
años" y, crucialmente, que no se conocía propietario anterior en 5.000
millones de años.
La clave
de su estrategia residía en un vacío en
el derecho internacional. Mientras que el Tratado del Espacio Exterior de
1967 (Outer Space Treaty) prohíbe explícitamente a cualquier Nación o Estado reclamar la
propiedad de cuerpos celestes, no existe una prohibición expresa para que un
individuo lo haga. Al consultar con su colegio profesional, el notario, entre
risas y dudas, terminó por levantar el acta de manifestaciones. Así, con la
firma de un documento, el Sol tuvo,
formalmente, una dueña en la Tierra.
El propósito de Durán no era estético
ni científico. Al contrario, era puramente mercantil y filantrópico, con una
fuerte carga de desafío al statu quo.
La estrella se trocea: el modelo de negocio solar
Una vez
asegurada la propiedad legal (al menos a
ojos del notario español), Durán dio el siguiente paso audaz: monetizar su
posesión. La estrategia que
eligió fue trocear el Sol —un cuerpo de
1.4 millones de kilómetros de diámetro— en parcelas de un metro cuadrado y
venderlas online.
El propósito declarado era destinar un porcentaje del dinero recaudado a un joven con discapacidad y a otros fines benéficos, mientras el resto se distribuía entre el gobierno español y su propio bolsillo.
La
plataforma elegida para esta venta estelar fue eBay. La oferta era
tentadora: por apenas un euro, cualquiera podía hacerse con un certificado que
supuestamente acreditaba la propiedad de un fragmento del Sol. El impacto mediático fue inmediato y,
según Durán, las ventas despegaron, llegando a comercializar miles de parcelas
y cientos de certificados.
Este
modelo de negocio, aunque
parecía una broma, resonaba con otros casos similares, como el de Dennis Hope,
que desde los años 80 vendía parcelas de la Luna. La estrategia de Durán
no era original en su concepto, pero sí en
la determinación y la visibilidad que
logró a través de los medios españoles. El Sol se convirtió en
un producto de consumo de un euro.
El impacto y la reacción del e-commerce
Como era
previsible, la operación comercial
no duró mucho tiempo. El gigante del comercio electrónico, eBay, intervino. La
plataforma bloqueó y eliminó la publicación de Durán. El argumento de eBay era que no se podía vender
algo "intangible" o que no podía ser objeto de una transacción
comercial real bajo sus términos y condiciones.
Sin
embargo, el bloqueo de su cuenta y la interrupción de su flujo de negocio no amedrentaron a la
gallega. Ella vio en la acción de eBay no una decisión
legal o lógica, sino un desafío directo a su propiedad y a
su capacidad de comercio.
La historia dio un giro judicial. En
2015, Ángeles Durán demandó a eBay por no
permitirle vender las parcelas del Sol, reclamando una indemnización de 10.000 euros.
Argumentaba que ya había habido compradores que pagaron sumas significativas
por los certificados de propiedad y se quedaron sin su "título solar"
debido al bloqueo de la plataforma.
El caso
llegó al Juzgado de Primera Instancia de Alcobendas, en Madrid, donde la
demanda fue inicialmente admitida a trámite, lo cual generó un gran revuelo legal y mediático sobre la jurisdicción del Sol.
El desafío legal y el veredicto de la Tierra
El
litigio contra eBay puso de
manifiesto la absurda y fascinante intersección entre el derecho civil, el
derecho espacial y la realidad del
comercio online. ¿Puede un tribunal
terrestre dirimir sobre un objeto situado a 150
millones de kilómetros?
El tribunal
finalmente desestimó el caso, aunque los argumentos exactos han variado en las
fuentes a lo largo del tiempo. El principio
legal fundamental que terminó por
prevalecer fue que el Sol —y otros cuerpos
celestes— no pueden ser apropiados legalmente por un
individuo y, por lo tanto, no pueden ser objeto de una transacción comercial
legítima. El desafío de Durán
había chocado con el muro del orden público y la imposibilidad práctica de la
posesión.
Pero el impacto de la estrategia de Durán no se detuvo ahí. Su posesión del Sol le generó otro tipo de conflictos legales surrealistas: personas que afirmaban haber sufrido quemaduras solares o daños en la piel la denunciaron, responsabilizándola de los efectos nocivos de su "propiedad". Esta situación subraya el nivel de delirio al que escaló su historia.
El legado de una historia delirante
Aunque
el tribunal sentenció que el Sol no puede ser de
nadie, Ángeles Durán nunca ha renunciado a
su pretensión de ser su legítima
propietaria. Ella sigue insistiendo en la validez de su acta notarial y en su derecho a vender parcelas. Su estrategia, aunque fallida en
términos de negocio masivo, fue
un éxito rotundo en términos de notoriedad y desafío a las
normas.
Esta historia delirante va más
allá de la anécdota. Es una crítica audaz al sistema legal que permite vacíos tan
grandes, al tiempo que muestra el inquebrantable espíritu emprendedor y desafiante de quien no teme
cuestionar los límites de lo posible.
El caso
del Sol gallego no es el único esfuerzo legal peculiar de
Durán. En otra ocasión, intentó registrar la partitura musical del alarido de
Tarzán para poder cobrar un canon por su uso en tonos de móvil, una estrategia que también fue
desestimada.
El legado de Ángeles Durán es el de una persona que lleva al límite la interpretación de la Ley y que, a través de su audacia, nos obligó a reflexionar sobre quién, o qué, es verdaderamente dueño de los recursos naturales y celestes. Su historia nos recuerda que, a veces, los mayores desafíos al statu quo provienen de la determinación inusual de un solo individuo que cree firmemente en la validez de un acta notarial sobre una estrella a 150 millones de kilómetros. Su estrategia nos sigue iluminando con la potencia de un Sol de tipo G2. Ver Maquiavelo y sus excelentes discípulos
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