¡Impactante legado! Una mujer terminal encarga un retrato lleno de joyas lujosas al pintor, pero su motivación real es un secreto oculto.
Una distinguida señora recibió un devastador diagnóstico: una enfermedad terminal que le dejaría apenas dos meses de vida. Decidió que su legado más preciado sería un bello recuerdo para su familia, por lo que encargó un retrato a un afamado pintor.
Llegó al estudio el día acordado y se sentó para posar. El pintor, pincel en mano, comenzó a capturar su imagen. Al cabo de un rato, ella interrumpió con una petición inusual:
- Disculpe, ¿podría incluir una diadema de diamantes en mi cabeza?
- Por supuesto, señora - respondió el pintor, complacido.
Momentos después, la mujer añadió:
- ¿Y un collar de perlas en mi cuello?
- Con mucho gusto - contestó el artista.
La mujer continuó solicitando lujos ficticios: una sortija y una pulsera de oro macizo y más diamantes. Tras unas horas, el retrato estaba terminado: la dama parecía una reina, cubierta de joyas resplandecientes.
El pintor, intrigado por el exceso de opulencia, preguntó:
- Perdóneme, señora, ¿por qué insistió en que le pintara tantas joyas que no lleva puestas?
La mujer sonrió con una malicia inesperada y reveló su genial plan:
- Pues... ¡Para que la zorra con la que se case mi marido se vuelva loca buscándolas! Ver Las 20 leyes de la astucia
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