Durante los descansos de los espectáculos en el Coliseo romano, se llevaba a cabo una forma particularmente brutal de entretenimiento que mantenía a la multitud expectante. Dos prisioneros, cuyas manos estaban atadas, eran colocados en un balancín y obligados a mantener el equilibrio el mayor tiempo posible. La única salida para aquellos que no lograban mantener el equilibrio era caer directamente en el caos que se desataba a continuación: la condena a ser devorados por animales salvajes. Ver La prostituta más deseada de Roma Mientras tanto, decenas de miles de ciudadanos romanos, dispuestos en las gradas del Coliseo, observaban con una mezcla de aburrimiento y morbo. La expectativa era alta, pero no tanto como para que la multitud perdiera el interés antes de que comenzara la siguiente parte del "gran espectáculo". Este intervalo, aunque sangriento, tenía la función de mantener a la audiencia entretenida y animada. De repente, con un estrépito que anunciaba el inicio del h