Cuando un general romano lograba una victoria excepcional, el Senado le premiaba con un Triunfo y una corona de laurel. Julio César, con corona de laurel Muy resumido, consistía en que el General (o el Emperador, en su caso) desfilaba con sus legiones, botín y caudillos prisioneros mientras el pueblo de Roma le aclamaba. Un esclavo detrás del General sostenía una corona de laurel y le recitaba continuamente “memento moris”, traducido “recuerda que eres mortal” . Así, el acreedor al triunfo no se creía demasiado cercano a los dioses y recordaba su condición de ser humano. Una medida muy sabia que debería implantarse en la actualidad para todos los Jefes de Estado, políticos y gente con excesivo poder. También le puede interesar (con descarga de libro GRATIS): http://www.elartedelaestrategia.com/el_arte_de_la_guerra_en_roma.html http://www.elartedelaestrategia.com/ El Arte de la Estrategia tusbuenoslibros