El 2 de julio de 1982, un acontecimiento insólito alertó a las autoridades en California. Un radar había detectado un objeto misterioso que, por su tamaño, no podía ser un avión. Cuando las autoridades investigaron, descubrieron algo increíble: un hombre atado a una silla de jardín flotando a 4,800 metros de altura. Este hombre era Larry Walters, quien armado únicamente con una pistola de aire comprimido y un sándwich, se encontraba congelado y quemado por el sol en las alturas del cielo californiano. La historia de Larry comenzó en su niñez, cuando una visita a una tienda de excedentes del ejército despertó su fascinación por los globos meteorológicos de helio. Desde ese momento, supo que su destino era volar. Durante veinte años, planeó meticulosamente su hazaña, que finalmente fue financiada por su esposa Carol con 5,000 dólares, aunque no sin cierta reluctancia. El plan de Larry era aparentemente simple pero ambicioso. Eligió su propio jardín como sitio de lanzamiento, con el desi