En un mundo donde la libertad y la esclavitud coexistían, un hombre libre se encontró con una escena que desafió su sentido de la justicia. Vio a un esclavo siendo azotado por su amo y, movido por la compasión, intervino. Arrebató el látigo al amo y, en un gesto simbólico, azotó al esclavo antes de declararlo libre. Sin embargo, para su sorpresa, el esclavo simplemente recogió el látigo y lo devolvió a su amo. Desconcertado pero no desanimado, el hombre libre ofreció su dirección al esclavo, esperando que algún día este buscara la verdadera libertad. Lo que no sabía era que sus acciones habían desencadenado una serie de eventos trágicos. El amo, herido en su orgullo y sediento de venganza, ordenó al esclavo matar al hombre libre. El esclavo, atrapado en las cadenas mentales de la obediencia ciega, no dudó en cumplir la orden. Sin considerar la bondad que se le había mostrado ni reflexionar sobre el maltrato sufrido a manos de su amo, el esclavo se dirigió a cumplir su misión. Utilizand...