La psicóloga Carol Dweck, de Stanford, descubrió que la clave del éxito radica en nuestro sistema de creencias, también conocido como "mentalidad".
La ciencia ha revelado algo sorprendente sobre la fuerza de voluntad y la disciplina: no son los factores determinantes para alcanzar nuestros objetivos.
Harvard descubrió algo impactante: la fuerza de voluntad, tal como la entendemos, es una mentira. La disciplina no es lo que nos detiene; es la forma en que enmarcamos nuestros fracasos lo que realmente importa. Dweck llevó a cabo un experimento con niños, elogiando a un grupo por su inteligencia y a otro por su esfuerzo. Los resultados fueron reveladores: los niños elogiados por su esfuerzo abrazaron los desafíos, mientras que los "inteligentes" los evitaron.
La mentalidad fija, que se basa en creencias como "Soy inteligente/talentoso/disciplinado", limita nuestro potencial. Por el contrario, la mentalidad de crecimiento, que se centra en "Puedo volverme más inteligente/mejor/más fuerte", nos permite superar obstáculos y mejorar continuamente. Las resonancias magnéticas mostraron que el cerebro se activa de manera diferente según la mentalidad: la fija muestra menor actividad neuronal ante errores, mientras que la de crecimiento presenta sobretensiones eléctricas.
Este descubrimiento explica por qué fallan las motivaciones tradicionales, como las membresías de gimnasios y las dietas. Dependen de la fuerza de voluntad, que no es un recurso agotable, sino una historia que nos contamos a nosotros mismos. El verdadero enemigo no es la falta de disciplina, sino la forma en que enmarcamos nuestros fracasos.
La investigación de Dweck demostró que los estudiantes, atletas y empresas con una mentalidad de crecimiento superan a sus pares. Las "frases desencadenantes" juegan un papel crucial: declaraciones como "Todavía estoy aprendiendo" activan la corteza prefrontal, el centro de aprendizaje, mientras que las fijas activan la amígdala, el centro del miedo.
Empresas como Microsoft, Google y Xerox aplicaron estos hallazgos y obtuvieron resultados sorprendentes, mejorando la productividad y reduciendo la rotación de empleados. La clave fue cambiar el enfoque del talento al crecimiento.
Para aplicar estos principios en la vida personal, es fundamental reemplazar "No puedo" por "Todavía no puedo", celebrar el proceso y ver los contratiempos como datos. Rodearse de personas con mentalidad de crecimiento también es crucial, ya que esta mentalidad es contagiosa.
El verdadero secreto del logro no es una fuerza de voluntad sobrehumana ni un talento innato, sino la creencia de que nuestras habilidades pueden crecer a través de la dedicación y la retroalimentación. Al elegir un área en la que te sientas atascado y documentar pequeñas mejoras diarias, tu cerebro se reconectará para buscar la mejora, no la perfección.
Después de más de 30 años de investigación, Dweck concluyó que la visión que adoptamos de nosotros mismos afecta profundamente cómo llevamos nuestras vidas. Las personas más exitosas no tienen más fuerza de voluntad; simplemente tienen una mejor historia sobre lo que significa el fracaso.
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