Venezuela enfrenta una encrucijada crucial con su ejército en estado de máxima preparación ante la amenaza de la mayor potencia militar del planeta.
En medio de tensiones crecientes, Venezuela moviliza a sus tropas y milicias con un despliegue que raya en lo propagandístico, mientras busca sostener una estrategia de resistencia asimétrica. Aunque el ejército venezolano exhibe armas como misiles antiaéreos rusos y drones armados, la capacidad real para repeler una invasión distante está limitada, lo que impulsa a Maduro a apostar más por la movilización social y política que por el poderío militar directo. Ver El fascinante arte de la estrategia
Cómo está preparado el ejército de
Venezuela
El ejército venezolano cuenta con una
considerable cantidad de soldados y milicias movilizados, según el oficialismo,
acercándose a los 200.000, un número que suena más a retórica que a capacidad
real de combate. Entre sus armas destacan aviones Sukhoi, sistemas de misiles
Igla-S y Buk, además de drones armados y lanchas rápidas iraníes. Sin embargo,
el estado de obsolescencia, la falta de mantenimiento y el limitado número de
sistemas operativos reducen significativamente su efectividad contra una
potencia tecnológica como Estados Unidos.
Los límites en la capacidad militar
Expertos señalan que la mayoría de armamento
venezolano, aunque variado, sufre importantes deficiencias. Por ejemplo, solo
unas pocas unidades de sus cazas estarían operativas y muchos sistemas
antiaéreos portátiles cuentan con menos lanzadores funcionales de los que
oficialmente se reportan. Esto expone una vulnerabilidad clara frente a la
superioridad aérea y tecnológica estadounidense, que tiene en la región
portaviones y destructores con capacidad de ataque avanzado.
La estrategia de resistencia y
conflicto irregular
Consciente de estas limitaciones, el gobierno
de Maduro ha enfocado su defensa en la guerra asimétrica. Esto significa
favorecer una resistencia prolongada mediante la combinación de fuerzas
regulares, milicias populares y el apoyo de grupos armados. La idea es elevar
el costo político y humano para cualquier potencia que intente una intervención,
apostando a un conflicto prolongado más que a un enfrentamiento frontal
tradicional. Ver
La movilización política y social
como arma clave
Además de armamento y tropas, Venezuela se
apoya en la movilización política interna. Maduro ha insistido en la formación
y fortalecimiento de la Milicia Bolivariana, presentándola como la base popular
que puede garantizar la defensa nacional. La retórica antiimperialista y los
llamados a la unidad nacional buscan consolidar un frente interno sólido frente
a la presión externa, aunque las dudas sobre el respaldo real y la cohesión
social permanecen latentes.
Las alianzas estratégicas internacionales
El ejército venezolano recibe apoyo indirecto
de aliados como Rusia, China e Irán, que proveen armas y asesoría militar.
Bombarderos estratégicos y sistemas de vigilancia se suman a este respaldo,
aunque no se espera una intervención directa de estos países en un conflicto
abierto. Sin embargo, estas alianzas refuerzan la narrativa venezolana y
aportan cierto nivel de disuasión ante la presencia militar estadounidense en
la región.
El panorama militar venezolano es complejo y
restringido, con un ejército que intenta resistir con una mezcla de armamento
obsoleto, guerra asimétrica y movilización social ante una fuerza descomunal.
La clave no está en la superioridad bélica, sino en la capacidad de prolongar
un conflicto y elevar el costo para un enemigo poderoso, en un contexto donde
Venezuela se sostiene por una estrategia política que involucra a sus
ciudadanos y aliados internacionales.
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