Un buen estratega sabe ser todas estas cosas a la vez. Su pensamiento condensa todas estas perspectivas, las balancea, las hace conversar entre sí. Para, luego, hacer elecciones y tomar decisiones.
1. Dar la bienvenida a todo enfoque que pueda ser valioso
Esto significa, aceptar un punto de vista valioso más allá de la fuente que provenga.
Un buen estratega no sólo valora la sugerencia del experto. También encuentra valor en la idea imperfecta de un principiante entusiasta, en la sugerencia mesurada de alguien con experiencia, en los detalles aparentemente intrascendentes que pone de manifiesto un técnico o en la propuesta supuestamente irrealizable de un teórico soñador.
Es que un buen estratega sabe ser todas estas cosas a la vez. Su pensamiento condensa todas estas perspectivas, las balancea, las hace conversar entre sí. Para, luego, hacer elecciones y tomar decisiones.
2. Combinar lógica y emoción
La consideración de polos opuestos es una faceta importante de la creatividad y también del pensamiento estratégico.
Combinar lógica y emoción es combinar análisis e intuición, lógica e imaginación, mirada cuantitativa y abordaje cualitativo, pensamiento concreto y abstracto.
En especial, un buen estratega sabe utilizar el pensamiento cualitativo en momentos en donde todos los demás suelen utilizar el cuantitativo. Y viceversa.
En realidad, es una forma de asumir riesgos. Porque la lógica y la emoción siempre existen. El buen estratega sabe ver los matices que otros no ven. Sabe ver los mapas con escalas diferentes.
3. Considerar opciones que no existen en la actualidad
Mientras la creatividad tiene que ver con la generación de opciones, la estrategia se centra en tomarlas en cuenta y hacer elecciones. En especial, tomar en cuenta opciones que no necesariamente responden a las preguntas “qué es”, “cómo es” o “por qué es como es”. Esto lo hace el pensamiento estándar.
El pensador estratégico se mueve cómodamente en las respuestas a las preguntas “qué pasaría si…”, “de qué manera podría ser” o “cómo sería si…”.
4. Ver lo habitual con ojos de extraño y lo extraño con los ojos de lo habitual
Es el tradicional consejo de la Sinéctica: volver conocido lo extraño y volver extraño lo conocido.
Y tiene que ver con el cuestionamiento inteligente de lo que va sucediendo. El buen estratega no cuestiona al status quo sólo porque sea “más de lo mismo”. Pero tampoco le teme al cambio radical cuando en él puede existir una opción para el crecimiento o el desarrollo.
El estratega es un explorador. Porque el pensamiento estratégico es, sobre todo, un pensamiento exploratorio. Exploración que se construye día a día a partir de las preguntas que nos vamos haciendo. Preguntas que surgen a partir comportarnos como especialistas y outsiders al mismo tiempo.
5. Aceptar que hay preguntas que (aún) no se pueden contestar
Quien tiene respuestas para todo puede ser llamado como se desee: sabelotodo, genio, presuntuoso o mediocre. Pero seguro que no es un estratega.
Un buen estratega sabe esperar. Es decir: así como no se demora para resolver lo urgente tampoco resuelve los problemas antes de tiempo.
Al tratarse de un pensamiento vinculado con el futuro, el pensamiento estratégico no puede pretender responder a todo. Un buen pensador estratégico sabe tolerar (e incluso disfrutar) tener, siempre, problemas pendientes de resolución.
Y desconfía del que te propone una solución a tus problemas y lo que quiere es sacar beneficio de ello, sin importarle lo que a ti te pase. Ayer, concretamente, un fontanero que vino a casa.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso es una estrategia como otra cualquiera. Mala, porque suele funcionar a corto plazo, pero no a largo plazo, pues pierdes clientes y además lo difundes. Cuando te metes en gremios, puede ocurrir cualquier cosa...
EliminarUn saludo y suerte
Esas claves las usan los que realmente perfeccionan su trabajo. Siempre pensando en que se puede mejorar y dispuesto a todas las ideas.
ResponderEliminarSaludos
En otras palabras: buscar la excelencia
EliminarSaludos