Es difícil de creer pero quien proscribió el concepto de reencarnación del Cristianismo fue… ¡un emperador romano!
Y lo hizo por propósitos muy mundanos.
La reencarnación el Cristianismo y un Emperador Romano
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El Mandato Imperial contra el Papa
El concilio, conocido también como el Segundo Concilio Ecuménico fue presidido por el Eutiquio, aspirante al patriarcado de Constantinopla, obviamente sujeto a Justiniano, y contó con la presencia de 165 obispos.
Pero el Papa Virgilio, cuya presencia había sido requerida por el Emperador, se opuso fuertemente al concilio y se refugió en una iglesia en Constantinopla, temeroso de la ira vengativa del malvado Emperador. El Papa no estuvo presente en ninguna de las deliberaciones ni envió representante alguno y por lo tanto, jamás aceptó que la doctrina de la reencarnación fuera proscrita del credo cristiano.
El concilio, bajo el total control del Emperador y en la ausencia del Papa, elaboró una serie de anatemas; unos historiadores dicen que fueron 14 y otros que fueron 15, anatemas que fueron dirigidas intencionalmente en contra de las tres escuelas de pensamiento a las que calificaron como heréticas, cuyas creencias Justiniano veía como enemigas de sus intereses políticos y que tenían a Orígenes como su teólogo más respetado. Dichos documentos fueron conocidos, a partir de entonces como “Los Tres Capítulos”.
Sólo estos documentos fueron presentados al Papa para su aprobación pero la reencarnación ni siquiera era mencionado en tales papeles.
Pero el poder de Justiniano fue más que suficiente para hacer que su decisión personal de proscribir la reencarnación del canon cristiano prevaleciera por encima de las creencias del mismo Papa.
Los sucesores de Virgilio, incluyendo a Gregorio el Grande (590-604), aunque se ocuparon de diversos asuntos que surgieron a partir del Quinto Concilio, no mencionaban en lo absoluto nada acerca de los conceptos de Orígenes relativos a la doctrina de la reencarnación.
Las Trampas de Un Político Astuto
Lo que Justiniano hizo, fue forzar la aceptación de su decisión personal a lo que parece ser meramente una sesión de obispos que nunca fue realmente un concilio, ya que no contó ni con la presencia ni con la aprobación del Papa.
Como muchos políticos astutos, Justiniano se las ingenió para aparentar públicamente que contaba con el apoyo ecuménico para esa proscripción la que, repetimos, no estaba incluida en los papeles y acuerdos derivados de ese concilio.
Después de todo, ¿qué obispo podría haberse opuesto a él y rehusarse a seguir sus órdenes?
Es a partir de entonces que la noción de la reencarnación desapareció del pensamiento cristiano en Europa y muchos creen, todavía hasta el día de hoy, que la no aceptación de la reencarnación es un verdadero dogma inspirado.
Todo por la decisión de… un emperador romano.
Fuente: https://acortar.link/RZtCCw
Como siempre, se decide según que necesidad de alguien que tenga poder...Y lo hace "en favor del pueblo"...No hemos cambiado en todo estos años.
ResponderEliminarSaludos
Y aun así, hay fé en lo que te digan los poderosos, clero en este caso.
EliminarSaludos
Una de las consecuencias de la confesionalidad del Estado.
ResponderEliminarEn aquellos tiempos tenía un pase, hablamos de hace más de quince siglos, pero que en pleno siglo XXI gentes que se dicen "liberales" perviertan el principio de la separación entre Iglesia y Estado es ya algo que no tiene nombre. Por no hablar de la separación de poderes y otras ideas básicas del pensamiento liberal. Incongruencias y falta de seriedad.
Un saludo.
Unos mataron a Monesquieu y otros no separan religiones y Estado. Así andamos, esperando que ésto se reencarne en algo mas serio.
EliminarUn saludo
Pero lamentablemente, el artículo no explica por qué el emperador quería negar la idea de la reencarnación. Así, el artículo carece de fundamento
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