Un dato histórico curioso es el de la primera caricatura política, que representa a la faraona Hatshepsut siendo abrazada por un hombre, que se cree que es su amante, el arquitecto jefe Senmut.
Es fascinante cómo, aunque estas personas vivieron hace casi 4.000 años, las mismas obsesiones que todavía nos afectan hoy atormentaban también a nuestros antepasados.
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Hatshepsut fue un personaje muy interesante: aunque era mujer, asumió el título de faraón (rey) tras la muerte de su esposo y gobernó durante más de veinte años. Para "ajustarse al papel", no solo vestía la indumentaria completa de un faraón, sino que incluso usaba una barba postiza. Durante su reinado, supervisó la construcción de grandes palacios y templos, y por todos los indicios fue una gobernante firme y poderosa, tan imponente como cualquier otro faraón. Sin embargo, tras su muerte, muchos de sus monumentos fueron destruidos y sus estatuas desfiguradas, posiblemente en un intento de borrar su legado.
A lo largo de su reinado, Hatshepsut se comportó como un rey, pero sus contemporáneos intentaron desprestigiarla mediante la creación de imágenes lascivas que la mostraban con su supuesto amante, con el objetivo de socavar su autoridad. De manera similar a como hoy en día alguien podría crear un "meme" o una caricatura política de un líder mundial, la intención era ridiculizarla y restarle poder. Las implicaciones de estas acciones son sorprendentemente modernas: la dinámica entre el sexo y el poder sigue siendo tan relevante como lo fue hace miles de años.
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