Consejos para influenciar a otros: estrategias para dar poder, incomodar, agradar y corregir sin ofender
- Si quieres darle a alguien una sensación de poder sin realmente dárselo: Si notas que alguien no te está prestando atención en una conversación importante, pausa y pídele permiso para continuar. Puedes decir algo como: “¿Te parece bien si seguimos hablando de esto?” Al pedir su autorización, implícitamente le das una sensación de control y de importancia, haciéndole sentir que tiene poder sobre la situación. Como ahora la atención depende de su elección, es probable que esté más enfocado en lo que tienes que decir. Esta técnica también te ayuda a evitar perder tiempo y energía hablando sin ser escuchado.
- Si quieres hacer que alguien se sienta incómodo: Si te das cuenta de que alguien te observa insistentemente en un espacio público, como el metro o el autobús, puedes devolver la mirada de manera indirecta y enfocarte en algo peculiar, como sus zapatos. Mantén tu mirada en esa dirección sin desviarla; esto puede hacer que la persona se sienta observada en exceso y provoque una ligera incomodidad. La mayoría de las personas sienten que este tipo de mirada indirecta es más invasiva y difícil de ignorar, porque no están acostumbradas a ser observadas de forma tan específica, lo cual suele hacer que se incomoden y desvíen la vista.
- Si quieres agradarle a alguien rápidamente: Cuando te integras a un nuevo grupo, como una escuela o un empleo, y quieres causar una buena impresión, pide ayuda a alguien para que te explique algo, aunque ya conozcas la respuesta. Esta técnica funciona porque las personas disfrutan de sentir que tienen conocimientos y habilidades valiosas, y al pedir su consejo, les das una oportunidad para demostrarlo. Además, pedir ayuda crea un momento de cercanía, ya que generas una conexión de confianza. La mayoría de las personas se sentirán halagadas por tu interés en su experiencia y se abrirán más fácilmente para relacionarse contigo.
- Si quieres corregir a alguien sin sonar crítico o confrontativo: En lugar de señalar directamente el error, reformula tu mensaje de forma que destaque el problema sin personalizarlo. Por ejemplo, si alguien dejó una ventana abierta, en lugar de decir: “No cerraste la ventana antes de irte”, podrías decir: “La ventana quedó abierta toda la noche”. Este enfoque suaviza la corrección, ya que se enfoca en el problema (la ventana abierta) y no en la persona. Además, permite que el interlocutor reconozca su error sin sentirse directamente acusado, promoviendo una comunicación más positiva y constructiva.
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