En una de las mejores escenas de una de las mejores películas de la historia, El bueno, el malo y el feo, un bandido mexicano llamado Tuco Ramírez está disfrutando de un baño.
Un viejo enemigo entra en la habitación inesperadamente, creyendo que Tuco está desarmado...
No lo es, por supuesto. Tuco está muy armado. El hombre siempre viene preparado. Pero su presunto asesino sigue parloteando.
Finalmente, Tuco tiene suficiente. Toma su arma y mata al tipo de un disparo, diciendo: "¡Cuando tengas que disparar, dispara! ¡No hables!".
Este momento encapsula una verdad fundamental que se repite en innumerables películas: los asesinos siempre hablan demasiado. En lugar de ejecutar su plan de inmediato, sienten la necesidad de explicar sus motivos, detallar su gran estrategia y asegurarse de que su víctima "realmente lo entienda". Saborean el momento, intentan alargarlo, y en ese proceso, casi siempre pierden la ventaja.
Pero la vida real no funciona así. En la vida real, los malos disparan, no hablan. Cuando se encuentran con su "Tuco", no le dan la oportunidad de alcanzar su arma. No explican, no justifican, simplemente actúan.
Este principio va más allá de los duelos en el salvaje oeste. En cualquier ámbito de la vida—negocios, política, conflictos personales—el exceso de palabras suele ser un error. "Más palabrería, más error", dice la sabiduría milenaria. Quien habla demasiado revela sus planes, debilita su posición y le da al adversario la oportunidad de reaccionar. La acción directa, rápida y precisa es siempre más efectiva que un discurso prolongado.
Tuco nos da una lección simple y brutal: en la vida, cuando llegue el momento de actuar, actúa. No hables.
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Dejar el móvil en casa, Llegar, situarse, sin llamar la atención, Esperar la ocasión, no es necesario ser un gran tirador, solo se precisa acercarse lo necesario y actuar con sangre fría y tranquilidad ...con dos impactos es suficiente...Rápido pero sin prisas, limpio, sin hablar. Sin explicaciones ni justificaciones, sin manchar innecesariamente...sin demora recoger y marchar sin mirar atrás sin correr........así trabaja un verdadero profesional de verdad.....como si no hubiese pasado nada. Mezclarse entre la multitud, limpiar y deshacerse del arma lejos y que no se pueda recuperar, nunca volver al lugar.
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