Marcos y María, una entrañable pareja de ancianos, están acostados en su cama a las 9 de la noche.
Todo parece tranquilo mientras ambos comienzan a quedarse dormidos, pero María, con un toque de nostalgia, rompe el silencio con un susurro al oído de su marido:
—Cuando éramos jóvenes, me cogías de la mano.
Marcos, medio dormido, sonríe con ternura, toma la mano de María y luego se da la vuelta para seguir durmiendo. Sin embargo, apenas unos minutos después, la voz de su esposa vuelve a interrumpir el silencio:
—También solías besarme.
Un poco irritado, pero aún cariñoso, Marcos se inclina y le da un beso rápido en la mejilla antes de girarse nuevamente para intentar dormir. Pero María no ha terminado con sus recuerdos:
—A veces incluso me mordisqueabas el cuello.
Exasperado y sin poder contenerse más, Marcos empuja las mantas y se levanta bruscamente de la cama. Sorprendida por su reacción, María le pregunta:
—¿Pero a dónde vas?
A lo que Marcos responde con resignación:
—¡A buscar mis dientes!
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