Este atraco, ejecutado por miembros de las SS, fue el mayor robo bancario de la historia
Durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, mientras el Tercer Reich se desmoronaba bajo el asedio aliado, se gestó uno de los episodios más oscuros y espectaculares de la historia financiera: el robo del Reichsbank a manos de las propias tropas de élite nazis. Este atraco, ejecutado por miembros de las SS, no solo fue el mayor robo bancario de la historia, sino también el epílogo de una maquinaria de saqueo que había alimentado la economía de guerra alemana durante años. Ver La sabiduría secreta de Maquiavelo
El Reichsbank: corazón financiero del nazismo
El Reichsbank, fundado en 1876, era el banco central de Alemania y, durante el régimen nazi, se convirtió en el eje de la financiación del esfuerzo bélico y la explotación de los territorios ocupados. A lo largo de la guerra, el banco no solo gestionó los fondos del Estado, sino que también fue receptor y distribuidor del oro, divisas, joyas y obras de arte saqueadas por las SS y otros organismos nazis en toda Europa. El botín incluía desde lingotes de oro y monedas hasta objetos personales de las víctimas del Holocausto.
En febrero de 1945, Berlín fue sacudida por un masivo bombardeo aliado que destruyó gran parte del centro de la ciudad y dañó severamente el edificio del Reichsbank. Aunque la estructura resistió, los pisos superiores quedaron en ruinas. Los empleados del banco, unos 5.000, lograron sobrevivir refugiándose en los búnkeres subterráneos. Sin embargo, el ataque marcó el inicio de la dispersión del tesoro nazi.
El traslado del tesoro: minas y escondites secretos
Ante el avance imparable del Ejército Rojo y el temor a que el tesoro cayera en manos enemigas, Hitler ordenó trasladar y dispersar la mayor parte de las reservas de oro, dinero y objetos de valor. El objetivo era doble: evitar su destrucción y, en caso de derrota, financiar una posible insurgencia nazi o negociar la supervivencia de los líderes del régimen.
La mina de potasio Merkers, situada a unos 200 kilómetros al suroeste de Berlín, fue seleccionada como uno de los principales escondites. En sus profundidades, los nazis almacenaron más de 100 toneladas de oro, junto con monedas extranjeras, papel moneda, obras de arte y otros tesoros. El valor total de lo oculto en Merkers ascendía a unos 8 mil millones de dólares actuales. Además, se dispersaron otros depósitos en el sur de Alemania y Austria, multiplicando los escondites y dificultando su localización.
El caos final en Berlín
En abril de 1945, la situación en Berlín era insostenible. Las tropas soviéticas rodeaban la ciudad y la defensa quedaba en manos de restos de la Wehrmacht, formaciones extranjeras de las Waffen SS y el Volkssturm, una milicia improvisada de ancianos y adolescentes. El Reichsbank, aunque parcialmente vacío tras los traslados, aún albergaba una considerable cantidad de dinero en efectivo, joyas y bonos. Con la caída de Berlín inminente, se gestó el plan para el mayor robo bancario de la historia.
El atraco de las SS: Josef Spacil y el golpe maestro
El coronel de las SS Josef Spacil, veterano de la policía militar nazi y criminal de guerra buscado por los aliados, fue elegido para liderar el asalto final al Reichsbank. El 22 de abril de 1945, mientras los soviéticos se acercaban a la capital, Spacil y un grupo selecto de hombres armados llegaron al banco central en camiones y vehículos civiles. Aprovechando el caos y la confusión, irrumpieron en el edificio y obligaron a los empleados a abrir las bóvedas.
El botín fue colosal: se llevaron todo el papel moneda, diamantes, joyas y bonos que pudieron cargar. Sin embargo, dejaron atrás el oro, cuyo peso habría dificultado la huida. Cargaron el botín en los camiones y se dirigieron a un aeródromo cercano, aún bajo control alemán, donde abordaron aviones Junkers 52 rumbo a Austria.
El destino del botín: escondites y traiciones
Ya en Austria, las SS se encontraron con la amenaza de las fuerzas estadounidenses y francesas que avanzaban rápidamente. Decidieron entonces ocultar el botín en varios escondites alrededor de Salzburgo, con la esperanza de recuperarlo en el futuro o utilizarlo para negociar su libertad. Parte del tesoro fue repartido entre los propios oficiales, mientras que otra parte quedó oculta en refugios secretos.
En este punto, entra en escena Otto Skorzeny, el famoso comando de Hitler conocido por el rescate de Mussolini. Skorzeny, Spacil y sus hombres se dispersaron, algunos escondiéndose en las montañas y otros mezclándose entre las tropas alemanas que se rendían. Sin embargo, la fortuna no estuvo de su lado: uno de los empleados de Spacil fue capturado por las fuerzas estadounidenses y, bajo presión, condujo a los soldados a uno de los escondites, donde se recuperaron unos 8 millones de dólares en tesoros. Aun así, la mayor parte del botín, unos 123 millones de dólares, desapareció sin dejar rastro.
El Reichsbank tras la guerra: incautación y misterio
Con la capitulación de Berlín el 2 de mayo de 1945, los soviéticos tomaron control de lo que quedaba del Reichsbank y sus reservas. Muchos de los tesoros saqueados por los nazis fueron recuperados, pero una parte significativa nunca fue hallada. El banco central alemán, que había sido el motor financiero del nazismo, fue desmantelado y sus funciones no continuaron en la posguerra. Los empleados que sobrevivieron y no estaban implicados en crímenes de guerra fueron reubicados en nuevas instituciones bancarias alemanas tras un proceso de desnazificación.
Sin embargo, el misterio persiste: hasta hoy, se estima que unos 6.000 millones de dólares en oro y otros valores del Reichsbank siguen en paradero desconocido. A lo largo de las décadas, han surgido incontables leyendas sobre tesoros ocultos en lagos alpinos, minas abandonadas y bóvedas secretas, pero la mayor parte nunca ha sido localizada.
El legado del pillaje nazi
El robo del Reichsbank fue el clímax de un saqueo sistemático que caracterizó al régimen nazi. Desde la ocupación de países hasta la expropiación de bienes judíos y el expolio de los campos de concentración, la maquinaria de guerra alemana se financió con el despojo de millones de víctimas. El Reichsbank, lejos de ser un mero observador, fue un actor central en la gestión y blanqueo de estos recursos, convirtiéndose en un “títere” del holocausto financiero.
Durante la guerra, comandos especiales de las SS y el Ministerio de Exteriores vaciaron bancos nacionales, cajas de seguridad privadas y joyerías en los países ocupados. El oro y las divisas eran fundidos y enviados a Berlín, donde el Reichsbank los gestionaba y redistribuía según las necesidades del régimen. Solo en Bélgica y Holanda, los nazis se apoderaron de miles de millones en oro y divisas, un botín que nunca fue completamente recuperado tras la guerra.
El destino de los protagonistas
Josef Spacil, el cerebro del robo, fue capturado por los estadounidenses poco después del atraco. Otto Skorzeny, por su parte, fue detenido pero logró escapar tres años después, reapareciendo en España, donde vivió con lujos y utilizó su fortuna para financiar redes de evasión de criminales de guerra hacia América del Sur. Muchos otros implicados en el robo y la gestión del tesoro nazi desaparecieron o cambiaron de identidad, alimentando el mito de los “tesoros nazis” ocultos.
El enigma de los tesoros perdidos
El mayor robo bancario de la historia sigue envuelto en misterio. A pesar de los esfuerzos de los aliados y de cazadores de tesoros a lo largo de los años, la mayor parte del oro y los valores sustraídos del Reichsbank nunca han sido encontrados. Se han realizado búsquedas en lagos, minas y montañas de Austria y Alemania, pero el paradero de los 6.000 millones de dólares sigue siendo uno de los grandes enigmas de la historia contemporánea.
El atraco al Reichsbank no solo fue un acto de desesperación en los últimos días del Tercer Reich, sino también el símbolo de un régimen que se sostuvo sobre el saqueo, la violencia y el expolio sistemático. Hoy, la historia del robo del Reichsbank es un recordatorio de las consecuencias devastadoras de la codicia y la guerra, y del legado de injusticia que aún persiste en los tesoros perdidos del nazismo.
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