El capitán Van der Decken era un hombre orgulloso, un auténtico amante del mar y de su barco, al que valoraba más que a cualquier otra cosa en su vida. Una noche, mientras intentaba doblar el Cabo de Buena Esperanza, se desató una feroz tormenta. En medio del caos, juró que seguiría navegando a toda costa, incluso si eso le llevaba hasta el Día del Juicio Final. Este deseo desmedido se convirtió en una terrible maldición que lo atraparía para siempre. A partir de ese momento, su barco se transformó en un barco fantasma que vagaba eternamente por los mares. La tripulación, rígida y como momias, obedecía ciegamente sus órdenes. Cada noche, cuando la tormenta arreciaba, se podía ver su barco surcando las olas, perseguido por una deslumbrante luz verde que iluminaba la oscuridad del océano. Un joven marinero llamado Kai, fascinado por la leyenda del Holandés Errante, se encontró con el barco una noche. Sin pensarlo dos veces, lo subieron a bordo y pronto se dio cuenta de la terrible verda