La crucifixión era una forma común de pena de muerte en el Imperio Romano, y se utilizaba a menudo para castigar a esclavos, criminales y enemigos del Estado. La muerte por crucifixión era un proceso lento y doloroso, diseñado para infligir el máximo sufrimiento posible. Ver ¿Clavos en la muñeca o en la palma en la crucifixión de Jesucristo? El proceso de crucifixión comenzaba con la condena del prisionero. Después de ser sentenciado, el prisionero era golpeado y azotado, a menudo con un látigo que tenía trozos de hueso y metal incrustados en las puntas. Esto causaba graves heridas y laceraciones en la espalda, los hombros y las piernas del prisionero. Después de la flagelación, el prisionero era obligado a cargar con la cruz o el patíbulo hasta el lugar de la ejecución. Esto podía ser una distancia considerable, y el prisionero a menudo colapsaba bajo el peso de la cruz. Una vez que llegaban al lugar de la ejecución, el prisionero era clavado a la cruz con clavos grandes y afilados.