Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como odio

Ahora puedes ver EL ARTE DE LA ESTRATEGIA en WhatsApp en este CANAL

¡Y si realmente no sabes odiar, te enseñaremos!

En sus memorias de las décadas de 1940 y 1950, publicadas tras su muerte a raíz del famoso «asesinato del paraguas» en Londres en 1978, el escritor disidente búlgaro Georgi Markov cuenta una historia que es emblemática del periodo de la posguerra, no sólo en su país, sino en el conjunto de Europa.  Se trataba de una conversación entre uno de sus amigos, que había sido arrestado por desafiar a un oficial comunista que se había saltado la cola del pan, y un oficial de la milicia comunista búlgara: —Y ahora cuéntame: ¿quiénes son tus enemigos? —preguntó el jefe de la milicia. K. se quedó un momento pensativo y contestó: —Realmente no lo sé, creo que no tengo enemigos. —¡No tienes enemigos! —El jefe alzó la voz— ¿Pretendes decir que no odias a nadie y que nadie te odia a ti? —Nadie, que yo sepa. —Estás mintiendo —gritó de repente el teniente coronel, levantándose de la silla—. ¿Qué clase de hombre eres que no tienes enemigos? ¡Si no tienes enemigos está claro que no pert

El circuito del odio

¿Se ha preguntado alguna vez qué ocurre en nuestro cerebro cuándo contemplamos a una persona que nos genera una fuerte animadversión?   El circuito del odio Los neurocientíficos Semir Zeki y John Romaya, del University College de Londres, decidieron recurrir a la resonancia magnética para analizar cómo reaccionaban 17 voluntarios -10 hombres y siete mujeres- mientras contemplaban la imagen de una persona hacia quien declaraban sentir un sentimiento de odio, por ejemplo una ex-pareja o un competidor en el trabajo. Para sorpresa de los investigadores, los experimentos revelaron que... CONTINUA EN: http://www.elartedelaestrategia.com/mente_el_circuito_del_odio.html

Amor o temor

"Se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado. Respondo que convendría ser una y otra cosa juntamente, pero que, dada la dificultad de este juego simultáneo, y la necesidad de carecer de uno o de otro de ambos beneficios, el partido más seguro es ser temido antes que amado.[...] Los hombres se atreven más a ofender al que se hace amar, que al que se hace temer, porque el afecto no se retiene por el mero vínculo de la gratitud, que, en atención a la perversidad ingénita de nuestra condición, toda ocasión de interés personal llega a romper, al paso que el miedo a la autoridad política se mantiene siempre con el miedo al castigo inmediato, que no abandona nunca a los hombres. No obstante, el príncipe que se hace temer, sin al propio tiempo hacerse amar, debe evitar que le aborrezcan, ya que cabe inspirar un temor saludable y exento de odio, cosa que logrará con sólo abstenerse de poner mano en la hacienda de sus soldados y de sus súbditos, así como de despojarles