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Las 20 leyes de la astucia

El arte de moverte con inteligencia en un mundo lleno de apariencias ¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas siempre salen ganando, incluso en las peores situaciones? ¿Te gustaría entender cómo piensan los que realmente mandan… y aprender a jugar con sus mismas cartas? Las 20 leyes de la astucia es el manual definitivo para quienes quieren dejar de ser ingenuos y empezar a moverse con cabeza en la vida . Este libro no es teoría vacía ni frases motivacionales: es estrategia pura, clara y directa. ¡Haz clic aquí para leer una muestra ahora! Te ofrece unas herramientas prácticas para: Entender los juegos ocultos de poder e influenci a. Detectar segundas intenciones y protegerte de ellas. Influir sin imponer, ganarte el respeto sin alzar la voz. Tomar decisiones con inteligencia emocional y visión estratégica. Convertirte en alguien más difícil de manipular , más sólido y respetado. Imagina tener la capacidad de leer entre líneas, anticiparte a los movimientos de los dem...

12 consejos de un Cardenal para evitar el odio

El Cardenal Mazarino fué un hombre extraordinario y genial en la estrategia del mantenimiento y consolidación del Poder. Escribió el libro Breviario de los Políticos, que es la suma de los conocimientos y estrategias que el eficaz Cardenal comunicó a Luis XIV

Cardenal Mazarino.
Genio de la Estrategia en el
mantenimiento del Poder
1. Niégate a servir de testigo en un proceso porque te enojarías con una u otra parte. Si unos parientes tuyos tienen un proceso, no tomes el partido ni de los unos ni de los otros y con el pretexto de que tus asuntos te acaparan, excúsate ante las dos partes. Así ninguna pensará que la has traicionado, puesto que a ninguna le habrás dado la preferencia.

2. Si lanzas una puya en una conversación, sigue hablando como si tal cosa. No manifiestes a nadie favor particular en presencia de otros, porque si no juzgarán que los desprecias y te aborrecerán.

3. Evita un ascenso demasiado rápido y demasiado brillante; las miradas deben habituarse a una luz más viva, de lo contrario, deslumbrados, se cierran.

4. No te opongas a lo que gusta al pueblo, ya sean vicios o simplemente tradiciones. No te hagas el defensor de acciones demagógicas.

5. Si tienes que reconocerte como autor de algún hecho odioso, no te expongas en el momento a la animadversión que suscite ni dejes creer por tu conducta que no lo sientes en absoluto o incluso que estás orgulloso de lo que has hecho, burlándote de tus víctimas. No harías más que aumentar el odio. Lo mejor es ausentarte dejando pasar el tiempo sin dejarse ver.

6. Si dictas leyes, que sean las mismas para todos, haz confianza en la virtud. Da cuenta de tus actos para agradar al pueblo, pero sólo después de haber obrado, para evitar que encuentres objeciones.

7. Ten por regla general —se trata de un principio fundamental— no abandonarte jamás a hablar desconsideradamente, tanto en mal como en bien, de cualquier cosa, ni a referir los hechos de nadie, sean buenos o malos. Porque puede ocurrir que esté presente un amigo de aquél de quien hablas y le repita tus palabras agravándolas; a causa de ello aquel hombre se sentirá herido. Si, por el contrario, es enemigo de aquel a quien elogias, te atraerás su enemistad.

8. Es preferible no pretender que seguirás una política mejor que tus predecesores, que tus leyes serán más rigurosas, pues te enajenarás sus amigos. Incluso si son justos no anuncies tus proyectos políticos, o al menos no hables más que de aquellos de los que sabes de antemano que serán bien acogidos.

9. He aquí cómo obrar con tus subordinados: no des a otros lo que era el privilegio de algunos y que no parezca que compartes tu autoridad con uno de ellos sobre todo si los demás lo detestan. No distingas a ninguno con recompensas particulares a menos que todos reconozcan su virtud, lo cual será entonces una causa de emulación para todos.

10. Si has de ejercer alguna severidad con tus subordinados, encomiéndaselo a otros haciendo como si no fueras tú quien dabas las órdenes. Así, en el caso en que algunos acudieran a quejarse a ti, podrás disminuir su castigo y hacer que recaiga toda la responsabilidad sobre aquellos que hayan tenido la iniciativa de tanta severidad. Si tienes que castigar a alguien, indúcelo a que él mismo se reconozca culpable, o bien hazlo juzgar por otro a quien habrás recomendado en secreto que pronuncie una sentencia severa, sentencia que tú podrás después suavizar.

11. No ultrajes la derrota de tu adversario, no provoques a tu rival y conténtate cuando seas vencedor con la realidad de tu victoria sin celebrarla con palabras o gestos.

12. Si se te destituye de una función, expresa tu satisfacción y tu agradecimiento hacía aquel que te ha devuelto una tranquilidad que tú habías reclamado. Busca los argumentos que convenzan mejor a tus oyentes. Así nadie festejará tu caída.

Para saber mas:

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