Leer a Lord Chesterfield es nadar en la realidad. En una selección de las cartas que dirigió a su hijo ilegítimo, Philip, intentó enseñarle cómo ser un hombre de mundo. Chesterfield quería que su retoño brillara en la política y la diplomacia, por lo que puso todo su empeño en adiestrarle para este fin.
Lord Chesterfield |
Una y otra vez le repite que lo importante es la fachada, lo que los demás ven. Entre las cualidades sólidas y las de relumbrón, las segundas son preferibles. ¿Logró su objetivo? El joven Philip salió mediocre: carecía de elocuencia, no tenía los refinadísimos modales que le habían querido inculcar y además, se casó a espaldas de su padre con una mujer que no pertenecía a su clase y desatendiendo uno de sus consejos más repetidos. Cosas del destino. A continuación, un extracto de textos de varias de sus cartas.
Un joven que se muestra carente de voluntad propia y dispuesto a hacer siempre lo que se le pide pasa por agradable, pero se le juzga al mismo tiempo un necio. Actúa con prudencia, sobre la base de unos principios sólidos y con razones válidas; pero guárdatelas para ti, y no sueltes sentencias.
Es mucho más importante conocer las costumbres de los hombres que las ciudades.
Guárdate bien de hacer alarde de tu cultura delante de nadie: la gente detesta a quien le hace sentir su inferioridad. Disimula, pues, con extremo cuidado tú saber y resérvalo para los encuentros con gente culta; pero incluso en estos casos dejan que sean ellos quien lo sonsaquen, evita parecer ansioso de exhibirlo. Gracias a esta aparente reticencia pasarás por más sabio de lo que en realidad eres, y se te atribuirá además la virtud de la modestia.
Cuídate mucho de no decir nunca en...
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Sencillos consejos: Humildad, discreción, disfrutar de la vida de forma sana.
ResponderEliminarDespués de todo no han pasado de moda.
Saludos Carolus