La felicidad no reside en la comodidad material o en la satisfacción del placer. Sucede cuando se alcanza la tranquilidad del alma aquí y ahora, cuando ya no se sufren más problemas o dolor.
La sabiduría de Epicuro (341-270 a.C.) todavía se confunde con demasiada frecuencia con la de Aristipo de Cirene (435-356 a.C.), y ambos están excesivamente caricaturizados. No, el epicúreo no es ese "cerdo" que asalta la buena comida y florece solo en un libertinaje desenfrenado.
Tal vez sea una de las filosofías más útiles para nuestro tiempo, ya que propone liberarnos de la ansiedad, así como protegernos del peligro y el sufrimiento.
Felicidad aquí y ahora |
El sabio epicúreo realiza todos los actos de la vida diaria de acuerdo con un único objetivo: la búsqueda de la felicidad.
Pero, para Epicuro, la felicidad no reside en la comodidad material o en la simple satisfacción del placer. Sucede cuando el hombre alcanza la tranquilidad del alma, es decir, cuando ya no sufre más problemas o dolor.
¿Cómo acceder a la felicidad aquí y ahora?
"Disfrutemos plenamente el momento, porque el único presente es el tiempo de la felicidad pura de existir". Al eliminar el factor de ansiedad principal, que es el miedo, te encuentras con Epicuro. Pero el miedo se manifiesta en dos formas principales: el miedo a Dios y el miedo a la muerte.
Si existen los dioses, dice Epicuro, son indiferentes a los asuntos humanos (esto privaría que se ocupen de los mortales: el precio es la autarquía divina), por lo que no puedes temerlos. En cuanto a la muerte, ella "no es nada para nosotros", dice Epicuro. Pero eso no significa que tengamos que perseguir la idea de la muerte de nuestras cabezas. ¡De lo contrario! Ignorar esta realidad solo refuerza la ansiedad cuando terminas pensando en ello, y ese momento siempre sucede. Es comprender que la muerte no es más que el final de las actividades vitales: el alma, al dejar el cuerpo, se desintegra, porque no puede sobrevivir sin su envoltura protectora.
La muerte, ya que es la desaparición de la afectividad, no puede afectarnos, y es irracional temerla: después de la muerte no hay nada; estamos muertos, eso es todo. Lejos de desesperarnos, esta convicción debería salvarnos y hacer de nuestras vidas una fiesta; de hecho, dado que no hay nada que esperar y nada que temer, somos totalmente libres. Liberados de la angustia, podemos aplicarnos a vivir el momento presente lo más intensamente posible, y lo lograremos con mayor facilidad al admitir que somos mortales.
El poeta Horacio, un discípulo de Epicuro, irá aún más lejos: “carpe diem” nos dice. Permitámonos disfrutar plenamente el momento, ya que el presente solo es el tiempo de la felicidad pura para existir.
Felicidad y deseos
Pero la felicidad no puede ser perfecta si no distinguimos cuidadosamente los deseos que nos asaltan y que a menudo nos perturban. Algunos son naturales y necesarios (beber, comer, aparearse...) y deben estar satisfechos, otros son naturales pero no necesarios (fantasías culinarias o sexuales, por ejemplo, y más generalmente todo lo que pertenece al ilimitado mundo de los deseos naturales y necesarios), otros son vanos (son los deseos sociales: los honores, la riqueza, el poder, la gloria...).
¡A primera vista, la sabiduría epicúrea parece bastante ascética! Pero si el sabio epicúreo no es el libertino que tan a menudo se ha descrito, tiene el mérito de exonerar el deseo (que Platón y Aristóteles habían calificado como indigno), que practica con moderación.
¿Qué es necesario para obtener la felicidad como un epicúreo aquí y ahora?
- Buscar la felicidad, concebida como la eliminación de lo que nos hace sufrir.
- No temer a la muerte.
- Vivir en el presente y no en los recuerdos del pasado o en la expectativa del futuro.
- Negarse a creer en los dioses, la providencia o cualquier otro propósito (nada es premeditado, ni siquiera el orden y la belleza del mundo).
- Admitir la existencia de una infinidad de mundos más allá del nuestro.
- Adoptar un estilo de vida basado en el equilibrio natural: la naturaleza es la única guía.
- Considerar que cada búsqueda, porque es la búsqueda es interminable, nos lleva más allá de lo que es natural en nosotros, y así nos separa de la felicidad.
- Filosofar, ya que pensar es la única actividad que puede tranquilizar al hombre, disipar la oscuridad del alma y permitirle alcanzar la tranquilidad que es la condición de la felicidad.
Paraíso ahora, que diría el poeta.
ResponderEliminarUn saludo, Carlos y feliz verano.
El ahora es lo único real. Que pases un feliz verano, Cayetano
EliminarVivir el presente...Esa es la forma de encontrar la felicidad. Lo pasado, pasado está y el futuro, quien sabe.
ResponderEliminarSaludos Carlos. Ya regresando por estos rumbos.
Aquí y ahora reside la felicidad, no se encuentra en ningún otro sitio.
EliminarBienvenido, Manuel, ya vimos que has disfrutado unas bonitas vacaciones. Saludos