Ir al contenido principal

El reconocimiento social

El problema del reconocimiento social no reside en querer mejorar cada faceta de la vida en la que uno se encuentra, sino en el motivo por el que cada uno lo hace. 


Un motivo que nunca suele analizarse. Si se hace de manera consciente y autónoma sin esperar valoración externa, simplemente para sentirse mejor con uno mismo, con su progreso como persona, entonces estaríamos en el camino de la virtud. 

El inconveniente surge cuando lo que buscamos es la valoración del otro para evaluar nuestra virtud. En ese momento nos encontramos con una vida mal orientada, mal enfocada, porque ponemos la valoración de nuestros actos, de nuestra virtud, en manos de terceras personas y se convierte en un ejercicio de aceptación social frente a un ejercicio de aprendizaje y mejora.

El reconocimiento social
El reconocimiento social

Piensen por un momento qué es lo nos sucede cuando nos quedamos esperando el reconocimiento del otro; en el fondo lo que estamos haciendo es otorgar poder a las opiniones, puntos de vista e ideas que tengan sobre nosotros, sobre lo que hacemos, sobre lo que somos. Y destaco de nuevo esta frase por si han leído demasiado rápido: les otorgamos poder. Cuando esperamos el reconocimiento de los demás les estamos concediendo un poder sobre nosotros que, de otra manera, no tendrían. Y pensándolo fríamente, ¿quién en su sano juicio y de manera consciente querría concederle poder a otra persona sobre uno mismo?

Sin darnos cuenta, dejamos que las opiniones de los demás nos afecten porque les damos importancia. 

Y qué decir de las redes sociales virtuales (Facebook, Twitter, Instagram…) donde muchos de los seguidores que vierten sus opiniones son meros conocidos digitales. Sienta muy bien que nos confieran reconocimiento, que los demás nos digan que estamos haciendo bien las cosas, que somos buenas personas, que vamos por el buen camino…, pero si cuando las cosas se pintan bonitas nos las creemos, si nos provoca mucha ilusión el hecho de que digan, escriban y piensen cosas buenas sobre nosotros, entonces les estamos otorgando mucho poder a esas opiniones.

Las personas fuertes y equilibradas son aquellas que saben que el reconocimiento de los demás está bien, pero no se ilusionan con esta clase de adulaciones, no les dan más valor que el de un acto simbólico. Porque si así lo hicieran, estarían cediendo poder sobre sí mismas a muchas personas. ¿Y qué sucedería cuando los juicios positivos y estimulantes se tornaran negativos y dañinos? Pues que nos hundirían, pero lo harían porque nosotros lo hemos permitido. 

Al creernos los comentarios buenos y positivos sobre nosotros, al dejar que nuestra personalidad se fuera identificando con las opiniones, comentarios y demás piropos, nos hemos quedado expuestos a la visión de nosotros mismos que los demás tengan, nos vendemos al criterio ajeno.

El halago siempre sienta bien, pero no puede afectarnos en nuestra percepción sobre nosotros mismos.

Porque si nos afecta, entonces igualmente lo hará la descalificación, el menosprecio o incluso el simple hecho de que nos ignoren.

La principal necesidad de reconocimiento tiene que venir de nosotros, saber que haces las cosas lo mejor que puedes, que tratas de mejorar como persona cada momento que pasa, que ejerces el pensamiento crítico sobre tu persona. Saber cuáles son tus defectos y tus virtudes es algo necesario para no necesitar más reconocimiento del que te concedes.

Pero como somos humanos es muy difícil no otorgar lo que en castellano llamamos «predicamento» a nuestros seres queridos. Si tuviésemos que atender a algún tipo de opinión o juicio de valor sobre nosotros, este debería llegar solo de parte de las personas que forman nuestro círculo de confianza. El aprecio, el afecto e incluso la admiración de la gente a la se que ama harán casi inevitable que busquemos su aprobación y reconocimiento. Si hemos logrado tener una relación sana y satisfactoria con estas personas de nuestro entorno, si hay suficiente confianza, debemos prestar atención a sus percepciones sobre nosotros porque no serán malintencionadas o dañinas, sino más bien críticas y constructivas. 

Serán perspectivas complementarias sobre nosotros que nos brindarán otro punto de vista sobre lo que somos. No debería dolernos si la intencionalidad de estas críticas por parte de nuestro círculo próximo es la de intentar que cambiemos para mejor, o simplemente la de exponer cómo nos ven desde la perspectiva de personas que también nos aprecian. Es importante que tengamos en cuenta, al menos como objeto de reflexión, la posibilidad de que estas perspectivas nos sean útiles para ir sumando en el importante proceso de autoconocimiento.

Del libro EL ARTE DE PENSAR, de José Carlos Ruiz (puedes echar un vistazo)


Comentarios

  1. Con los años te vas desprendiendo del impacto que sobre ti tienen muchas de las opiniones ajenas, sean favorables o negativas. La madurez aporta tranquilidad en este sentido, aunque siempre nos gusta oír lo bonito y no lo feo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desprenderse de la opiniones negativas tiene mérito, pero hacerlo de las positivas, ya es sabiduría.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. No me fijo en eso desde hace mucho tiempo... Creo que nunca me he fijado.

    Saludos Carlos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no sabes el trabajo que te quitas de encima; por lo menos, eso es lo que veo en otros.

      Saludos, Manuel

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Señoras, presten atención

Los hombres tienen dos razones principales para estar con mujeres: SEXO y AMOR.  Sin embargo, cuando se trata del matrimonio, la mayoría de los hombres no se casan por ninguna de esas razones. Se casan por ESTABILIDAD. Esto es lo que quiero decir: Un hombre puede amarte y no casarse contigo. Puede tener relaciones sexuales contigo durante años sin casarse contigo. Pero una vez que encuentre a alguien que traiga estabilidad a su vida, se casará con ella. Por "estabilidad" me refiero a "paz mental". He escuchado a hombres decir: "Amo a esta mujer, pero no creo que pueda pasar mi vida con ella". Cuando los hombres piensan en el matrimonio, no se enfocan en cosas como vestidos de novia o damas de honor, como lo hacen muchas mujeres. En cambio, piensan: "¿Puede esta mujer construir un hogar conmigo? ¿Puede cuidar de nuestros hijos y de mí? ¿Me traerá paz y consuelo?" Los hombres quieren la paz. No les gustan las mujeres que les causan estrés. Es por e...

El zumbido

Una madre escucha un zumbido procedente de la habitación de su hija y decide entrar. Al abrir la puerta, la encuentra sentada en la cama, sosteniendo su juguete personal. —¿Qué estás haciendo? —pregunta la madre. La hija suspira y responde: —Tengo 35 años y sigo viviendo con mis padres... Esto es lo más cerca que estaré de un marido. La madre, sin decir una palabra, se retira de la habitación. Al día siguiente, el padre escucha el mismo zumbido, pero esta vez en la sala de estar. Al acercarse, ve a su hija en la misma situación. —¿Qué estás haciendo? —le pregunta. Ella le da la misma respuesta, y el padre, sin más, se marcha. Más tarde, ya entrada la noche, la madre vuelve a oír el ruido y va a investigar. Para su sorpresa, encuentra a su esposo con un vaso de whisky con hielo y sentado junto al juguete que también tenía su vaso de whisky. —¿Se puede saber qué haces? —le pregunta, desconcertada. El hombre la mira y responde con calma: —Conociendo a mi yerno. Y tú, ¿qué opinas? Te invit...

Una teoría aterradora

La teoría del "crepúsculo de la muerte" es ciertamente una de las más aterradoras conocidas por el hombre.  Cuando una persona muere, su cerebro y sus células nerviosas dejan de funcionar en cuestión de minutos debido a la falta de oxígeno. Sin embargo, el cuerpo entra en un estado conocido como el "crepúsculo de la muerte", donde diferentes partes del cuerpo mueren a diferentes ritmos. Después de la muerte del cerebro y las células nerviosas, otros órganos como el corazón, el hígado, los riñones y el páncreas siguen funcionando durante aproximadamente una hora. La piel, los tendones, las válvulas cardíacas y la córnea pueden durar alrededor de un día, y los glóbulos blancos continúan funcionando durante casi tres días antes de apagarse por completo. Lo más aterrador del "crepúsculo de la muerte" es que, en cuestión de días o incluso horas después de que una persona es declarada muerta, comienza la transcripción génica, el primer paso de la expresión génic...

Claudia Sheinbaum responde a Trump con un contundente mensaje

La reciente respuesta de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, a las amenazas del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado un impacto global.  En un discurso que rápidamente se volvió viral, Sheinbaum desmontó la retórica proteccionista y xenófoba de Trump con una argumentación contundente basada en la interdependencia económica mundial. "Entonces, ustedes votaron para construir un muro. Bueno, queridos estadounidenses, incluso si la geografía no es su fuerte, ya que consideran a América un país en lugar de un continente, deben saber que más allá de este muro, hay 7 mil millones de personas", comenzó diciendo la mandataria, con un tono que dejó claro que no estaba dispuesta a tolerar amenazas. Sheinbaum prosiguió detallando cómo el mundo puede adaptarse sin los productos y servicios estadounidenses, afectando gravemente a la economía de ese país. "Estos 7.000 millones de consumidores pueden cambiar de iPhone a Samsung o Huawei en menos de dos días. ...

El taxista y la monja en Berlín

Un taxista en Berlín llevaba de pasajera a una monja. Mientras conducían, el taxista no podía dejar de mirarla. Ella le preguntó: — ¿Por qué sigues mirándome? El taxista respondió: — Quiero preguntarte algo, pero no quiero ofenderte. La monja sonrió y dijo: — Querido, no puedes insultarme. He pasado por muchas cosas en mi vida. He tenido la oportunidad de ver y escuchar casi todo, no hay nada que puedas decir o preguntar que me ofenda. El taxista recobró el coraje y, tras unos segundos de silencio, confesó: — Bueno… siempre he soñado con besar a una monja. La monja lo miró fijamente y, tras un momento de reflexión, respondió: — Bueno, me gustaría cumplir tu sueño, pero primero debes estar soltero y ser católico. El taxista, emocionado, dijo: — ¡Sí, lo estoy! Nunca me he casado y soy un católico devoto. La monja asintió con una sonrisa y dijo: — Muy bien, entonces detente en la próxima esquina. El taxista obedeció de inmediato. Se detuvo en una calle apartada, y la monja se inclinó y le...