«¿Existe eso que se llama un minuto de Sabiduría?». «Por supuesto que existe», replicó el Maestro. «Pero un minuto ¿no es demasiado breve?».
«No. Es cincuenta y nueve segundos demasiado largo». «El abrir los ojos puede llevar toda una vida. El ver es cuestión de un instante».Un minuto de sabiduría
Sólo lleva un minuto, aproximadamente, leer cada una de la anécdotas que aparecen en este libro. Probablemente, el lenguaje del Maestro pueda resultar misterioso, exasperante y hasta absurdo. Pero es que éste no es un libro fácil. No ha sido escrito para instruir sino para despertar. Escondida en sus páginas (no en las palabras impresas, ni siquiera en los propios cuentos, sino en el espíritu, en su talante, en su atmósfera) hay un sabiduría que no puede expresarse en lenguaje humano. Mientras se lee la página impresa y se esfuerza uno por penetrar en el críptico lenguaje del Maestro, tal vez, sin darse uno cuenta, tropiece con la Enseñanza Silenciosa que se esconde en este libro y resulte uno despierto… y transformado.
Si tiene uno la suerte de despertar de este modo, comprenderá por qué el mejor lenguaje es el lenguaje no hablado, la mejor acción es la que no se realiza y el mejor cambio es el no pretendido.
Milagros
Un hombre recorrió medio mundo para comprobar por sí mismo la extraordinaria fama de que gozaba el Maestro.
—¿Qué milagros ha realizado tu Maestro? —le preguntó a un discípulo.
—Bueno, verás…, hay milagros y milagros. En tu país se considera un milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera un milagro el que alguien haga la voluntad de Dios.
Sensibilidad
—¿Cómo puedo yo experimentar mi unidad con la creación?
—Escuchando, respondió el Maestro.
—¿Y cómo he de escuchar?
—Siendo un oído que presta atención a la cosa más mínima que el universo nunca deja de decir.
—En el momento que oigas algo que tú mismo estás diciendo, detente.
Vigilancia
—¿Hay algo que yo pueda hacer para llegar a la iluminación?
—Tan poco como lo que puedes hacer para que amanezca por las mañanas.
—Entonces, ¿para qué valen los ejercicios espirituales que tú mismo recomiendas?
—Para estar seguro de que no estáis dormidos cuando el sol comienza a salir.
Presencia
—¿Dónde debo buscar la iluminación?
—Aquí.
—¿Y cuándo tendrá lugar?
—Está teniendo lugar ahora mismo.
—Entonces, ¿por qué no la siento?
—Porque no miras.
—¿Y en que debo fijarme?
—En nada. Simplemente mira.
—Mirar ¿qué?
—Cualquier cosa en la que se posen tus ojos.
—¿Y debo mirar de alguna manera especial?
—No. Bastará con que mires normalmente.
—Pero ¿es que no miro siempre normalmente?
—No.
—¿Por qué demonios…?
—Porque para mirar tienes que estar aquí, y casi siempre no lo estás.
Interioridad
El discípulo quería un sabio consejo.
—Ve, siéntate en tu celda, y tu celda te enseñará la sabiduría —le dijo el Maestro.
—Pero si yo no tengo ninguna celda… Si yo no soy monje…
—Naturalmente que tienes una celda. Mira dentro de ti.
Fuente: Quien puede hacer que amanezca, de Anthony De Mello
Muchas gracias, muy interesante. Agradezco encontrar este sitio mediante la Apple Quora. Saludos desde Cuba 🇨🇺
ResponderEliminar