Una vida intensa

No puedo creer lo intensa que fue la vida de Julio César, considerado como uno de los grandes comandantes militares y líderes de todos los tiempos. 

Imagina que eres un joven sacerdote en Roma. Casi fuiste asesinado por un dictador romano debido a la elección inaceptable de tu esposa a sus ojos. Dejas el sacerdocio y sigues una carrera en las fuerzas armadas. Obtienes el equivalente a la medalla de honor de tu nación (una corona de laurel) y esto te permite unirte al senado a los veinte años, cuando habrías tenido que esperar hasta los treinta para ser elegible.

Ver Lecciones de liderazgo aprendidas de Julio César

Eres secuestrado por los piratas. Les dices que exijan un rescate más alto por ti porque eres "importante" y les adviertes que los tendrás a todos crucificados cuando seas libre. Se ríen de ti, tu familia paga el rescate... y luego vuelves y derrotas a los piratas, crucificándolos a todos. Sirves como oficial durante años, ascendiendo al rango de general. Luchas y ayudas a derrotar a Espartaco, a los galos, a los britanos y a las tribus germánicas. Vas a Britania y a Egipto. Te dejas seducir con la faraona egipcia, Cleopatra, y la dejas embarazada.

En Roma, también te acuestas con las esposas e hijas de tus rivales como si fuera un deporte. Una vez, un rey de Oriente estaba tan enamorado de tu belleza que permitió que Roma heredara toda su nación. Más tarde en tu vida, ganas una guerra civil. Has derrotado a todos tus enemigos, o al menos eso crees. Te declaras el líder indiscutible de Roma. ¿Tu lema? "Llegué, vi, vencí". Me pregunto qué tan rudo puede ser un hombre. A pesar de ser físicamente robusto, secretamente sufres de ataques epilépticos que pueden ser bastante graves y hacer que algunos crean que estás "maldito", pero aún así sigues como un soldado, porque este es el tipo de hombre que eres: tus habilidades te definen, nunca tus límites.

Solo tienes 55 años cuando un grupo de senadores celosos, que no pueden soportar tu energía bondadosa, te apuñalan hasta la muerte... Dos de ellos son, según el rumor, tus hijos bastardos porque te acostaste con sus madres. Tu sobrino nieto Augusto se convierte entonces en el fundador del Imperio Romano, cimentando tu legado inmortal para siempre.

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