El Politburó soviético declaró a los oficiales polacos en cautiverio "enemigos de la Unión Soviética" y ordenó sentencias de muerte para todos ellos, temiendo que, si eran liberados de nuevo a la población, organizarían movimientos de resistencia contra la ocupación soviética.
Este decreto provocó la muerte de al menos veinte mil oficiales polacos, en lo que se conoce como la masacre de Katyn.
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Entre los prisioneros de guerra polacos retenidos en campos especiales en Kozelsk, Starobielsk y Ostashkow había oficiales profesionales del Ejército y la Policía Estatal polacos, así como reservistas. En los "transportes de la muerte" a Smolensk y Járkov había: 12 generales, 1 contralmirante, 77 coroneles, 197 tenientes coroneles, 541 mayores, 1 441 capitanes, 6 061 tenientes, subtenientes, maestres de caballería y suboficiales, y 18 capellanes y otros clérigos. Según los historiadores polacos, la mitad del entonces cuerpo de oficiales del ejército polaco fue asesinado. En las prisiones de la NKVD de la llamada Bielorrusia Occidental y Ucrania Occidental, los soviéticos detuvieron a oficiales que no fueron movilizados en septiembre de 1939, funcionarios y funcionarios del gobierno local. Muchos de los asesinados eran especialistas de alto nivel en diversos campos, entre ellos profesores universitarios, ingenieros, sacerdotes, médicos, abogados, funcionarios, poetas, escritores, la élite intelectual de Polonia.
Muchos empleados del aparato central, las direcciones regionales de Smolensk, Járkov y Kalinin, así como los convoyes y las unidades militares de la NKVD, participaron en el genocidio de Katyn. Los perpetradores eran los torturadores más experimentados de Lubyanka y de las prisiones locales de la NKVD, entrenados para matar de un solo tiro. Algunos de ellos son conocidos por su nombre. Uno de los documentos que no fueron destruidos fue la orden de Lavrentiy Beria, emitida el 26 de octubre de 1940, por la que se recompensaba a 125 personas "por el adecuado desempeño de tareas especiales".
La Unión Soviética puso fin a medio siglo de negaciones en 1990 y admitió oficialmente que la policía secreta de Josef Stalin mató a 15.000 oficiales polacos prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial. Polonia acogió con beneplácito la disculpa del Kremlin como un primer paso para sanar viejas heridas. "Miles de polacos han esperado esta información durante 47 años", informó la radio polaca.
El presidente soviético Mijaíl Gorbachov entregó documentos al presidente polaco Wojciech Jaruzelski que mostraban que los soviéticos habían matado a los oficiales en lo que se conoce como la masacre del bosque de Katyn. "El descubrimiento del material de archivo nos permite concluir que la responsabilidad directa de las atrocidades del bosque de Katyn recae en (el jefe de la policía de seguridad) Lavrenti Beria y sus secuaces", dijo la agencia oficial de noticias Tass. "La parte soviética expresó su profundo pesar por la tragedia de Katyn, declarando que fue uno de los crímenes más atroces de la era de Stalin".
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