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Entre los más grandes guerreros romanos del pasado, sin duda destaca Lucio Siccio Dentato, el legionario más condecorado de la historia del ejército romano y apodado el Aquiles romano por su supuesta invencibilidad.
Nacido en el año 514 a.C., de origen plebeyo y defensor acérrimo de su pueblo, Siccio pronto llamó la atención del cónsul Tito Sicinio Sabino, que lo alistó como soldado en la guerra contra los volscos, y más tarde contra los ecuos y los samnitas.
Durante estas batallas, Siccio se distinguió hasta el punto de convertirse primero en centurión y luego en Primus Pilus, es decir, en el primer centurión de una legión.
Elegido en el 454 a.C. Tribuno de la Plebe, contribuyó a la caída de varios cónsules culpables de malversación y continuó su carrera militar participando en las batallas contra los sabinos en el 450 a.C., durante las cuales se distinguió no sólo por su valor en la batalla, sino también por los discursos que pronunció entre los soldados y por la continua lucha por la restauración de los derechos de la plebe, suspendidos después de la elección de los Decemviri (comisión establecida para preparar un código de leyes que definiera los principios del sistema romano).
En el año 449 a.C. fue asesinado a manos de asesinos armados de los Decemviri, que lo atacaron a traición durante una patrulla.
Siccio luchó por su vida y mató a varios enemigos, tanto que sus compañeros encontraron su cuerpo rodeado de los cadáveres de sus atacantes.
Según los historiadores, Siccio participó en más de ciento veinte batallas y ocho duelos cuerpo a cuerpo, salvó a catorce camaradas de una muerte segura, obtuvo nueve triunfos y fue condecorado con ocho coronas de oro, catorce coronas cívicas, tres coronas murales, una corona obsidional, ochenta y tres collares, ciento sesenta brazaletes, dieciocho lanzas y veinticinco fáleras (Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, III, 2, 24).
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